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Tecnología militar

Balas antidrones: convierten un fusil convencional en una defensa antiaérea

Se puede utilizar con cualquier fusil compatible con munición de la OTAN.

La bala se fragmenta y puede derribar varios drones Administrative resultsAdministrative results

Las soluciones antidrones del futuro no siempre serán láseres o satélites sofisticados: podrían venir del cargador de un fusil de asalto estándar. En Estados Unidos se han probado rondas especiales de 5,56 × 45 mm, diseñadas para derribar drones pequeños. Según la empresa fabricante, esta munición permite que los soldados transformen un rifle de infantería en una especie de arma antiaérea de corto alcance.

Disparadas desde rifles convencionales (como AR-15, SIG MCX o cualquier fusil compatible con munición OTAN de 5,56), sin necesidad de modificaciones especiales: solo hay que cambiar el cargador. Al dispararse, la bala no vuela recta como una convencional: pierde estabilidad (tiene un centro de masa desplazado) y empieza a “temblar” a los 10-15 metros después de salir del cañón.

Esa inestabilidad provoca que la bala se fragmente, generando un “cono de destrucción”: múltiples pequeños proyectiles se dispersan, lo que aumenta las posibilidades de golpear partes críticas de un dron (hélices, motor, carga útil). Según las pruebas, a una distancia de 25-35 metros el cono de destrucción alcanza una anchura de entre 30 y 40 centímetros, y a 40-50 metros se abre aún más, lo que hace más probable que la nube de fragmentos golpee un UAV pequeño.

¿Por qué esta idea gana terreno? Es más barata que muchas otras soluciones antidrones. Los sistemas más comunes ahora incluyen láseres, interferencias electrónicas o drones interceptores, que pueden resultan costosos, complejos o poco portátiles. También es fácil de desplegar: cualquier soldado con un fusil NATO-estándar podría usarlo. No necesita equipamiento especial como ópticas sofisticadas o adaptadores.

Otra ventaja es que es un sistema versátil en distancias cortas, lo que lo hace ideal para amenazas de drones cercanos, en entornos donde otros medios antidrón no están disponibles o no son prácticos. Aunque este tipo de munición se ha probado ahora en EE.UU., la inspiración viene, en parte, de experiencias recientes con drones militares:

Ucrania ya ha usado rondas similares para defenderse de drones. El enfoque responde a una tendencia creciente: los enjambres o unidades pequeñas de drones son más numerosos y muchas veces son baratos de producir, por lo que derribarlos con misiles tradicionales no siempre es rentable.

Sin embargo, no todo es perfecto. Esta solución plantea sus propias dificultades. Por ejemplo, las nuevas balas tienen una precisión limitada. El cono de fragmentos ayuda, pero no garantiza un impacto limpio ni necesariamente destruye un dron con una sola bala. La seguridad colateral es otro aspecto que necesita tratarse, ya que usar munición fragmentada puede aumentar el riesgo para personas u objetos alrededor, especialmente en entornos urbanos.

La realidad es que, para el ejército, representa una capa adicional de defensa: económica, fácil de transportar y rápidamente desplegable. Podría usarse en combinación con otros sistemas antidrón (láseres, interferencia, UAV interceptores) para crear una defensa por “capas”. Tecnológicamente, demuestra que la innovación en armas no siempre pasa por la “gran explosión”: a veces, la clave está en rediseñar algo muy básico (una bala) para un nuevo uso.

Este tipo de innovación también es un reflejo de cómo la guerra de hoy se vuelve más tecnológica, más veloz y más móvil: los futuros campos de batalla pueden estar más llenos de drones que de tanques, y eso exige replantear cómo disparar no solo hacia adelante, sino también hacia arriba.