
Astronomía
Por cada 3I/ATLAS que nos visita, miles de objetos interestelares pasan invisibles
¿Cuántos viajeros interestelares cruzan el sistema solar sin ser vistos? De acuerdo con un estudio, muchos más de los tres que conocemos: podrían ser millones.

Mientras lees esto, es posible que varios objetos procedentes de otros sistemas solares estén atravesando el sistema solar, sin que los detectemos. Solo en tres ocasiones hemos logrado ver uno —ʻOumuamua, Borisov y 3I/ATLAS—. Pero las estimaciones científicas dicen que por cada viajero observado, miles permanecen invisibles.
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Desde que en 2017 el telescopio Pan-STARRS detectó ʻOumuamua, el primer cuerpo interestelar confirmado, los astrónomos sabemos que esos visitantes existen. Borisov, en 2019, confirmó que no fue casualidad; y 3I/ATLAS, en 2024, sumó una tercera confirmación con características aún más misteriosas (como su “anticola”). Pero tres detecciones en décadas no implican escasez, sino limitaciones en nuestra capacidad para verlos.
Un estudio de los astrónomos Do, Tucker y Tonry estimó que por cada objeto interestelar como Oumuamua que detectamos, podrían existir entre 10.000 y un millón más cruzando nuestros confines y pasando desapercibidos. Ellos sugieren que, en cualquier instante, podría haber mil objetos interestelares dentro de la órbita de Neptuno que ni siquiera hemos registrado.
Lo sorprendente: la tasa real de paso podría ser uno a diez objetos del tamaño de Oumuamua por año, pero nuestros telescopios solo descubrirían una fracción muy pequeña de ellos.
Los motivos por los cuales esos viajeros pasan inadvertidos son físicos y tecnológicos. Por ejemplo, muchos de ellos no desarrollan colas o comas visibles, como los cometas clásicos. También es posible que reflejen poca luz, que se muevan a velocidades muy elevadas (casi el doble de 3I/ATLAS) o que nuestros programas de búsqueda suelen privilegiar órbitas regulares o elípticas, dejando de lado trayectorias hiperbólicas rápidas.
Por eso esos objetos son como cometas silenciosos cruzando la noche, difíciles de distinguir salvo en raros momentos. La llegada del Observatorio Rubin y su gran proyecto LSST marcará un antes y un después. Diseñado para mapear todo el cielo cada pocos días, se espera que multiplique por 100 la tasa de detección de objetos similares a Oumuamua, incluso aquellos con brillo débil o trayectorias radicales.
También contaremos con nuevos algoritmos para reconocer trayectorias hiperbólicas en tiempo real, evitando que estos visitantes pasen inadvertidos por filtros clásicos. Lo que parecía aleatorio podría convertirse en rutina.
Cada viajero interestelar es una cápsula viva (o inerte) de otro sistema: una muestra química construida alrededor de otra estrella. Estudiarlos podría revelar cómo nacen los planetas, qué materiales abundan en otras órbitas y si es posible que la vida viaje entre sistemas.
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