Inteligencia Artificial

Un ex-director de Google señala el peligro de que nos enamoremos de una IA

“Es más que concebible imaginar que los chatbots que imitan a los humanos nos provoquen este tipo de emociones”.

En 'Her', Joaquin Phoenix se enamora de su asistente virtual. ¿Podría pasarme a mi lo mismo con Siri?
En 'Her', Joaquin Phoenix se enamora de su asistente virtual. ¿Podría pasarme a mi lo mismo con Siri?Warner Bros PicturesArchivo

Hace poco mencionábamos el caso de una IA acosando a seres humanos. Ahora podríamos ir a más. En 1966 un profesor del MIT, Joseph Weizenbaum, desarrolló uno de los primeros bots conversacionales: ELIZA. Sus capacidades resultaron sorprendentes, tanto que su nombre inspiró el efecto ELIZA: la tendencia a asumir inconscientemente que los comportamientos informáticos son análogos a los comportamientos humanos. En pocas palabras, que nos podemos sentir atraídos, por ejemplo, por una IA debido a que su comportamiento es muy similar al nuestro. Y precisamente esto es lo que teme Eric Schmidt, ex director ejecutivo de Google.

Schmidt fue CEO de Google entre 2001 y 2011 y en una reciente entrevista señaló su preocupación por la posibilidad de que los humanos comiencen a enamorarse de la IA. "Imagínese un mundo en el que un tutor de IA se relacione con nosotros – explica Schmidt –, ¿qué sucederá cuando las personas se enamoren de su tutor de IA? ChatGPT alcanzó los 100 millones de usuarios en dos meses. A Gmail le tomó cinco años hacer lo mismo. La difusión de esta tecnología es tan rápida que ni siquiera puedo seguir el ritmo y es todo lo que hago.”

Si bien algunos pueden resistirse a la idea de que un humano podría desarrollar sentimientos románticos por una IA, en realidad no es tan descabellado: Internet es un lugar donde quienes se sienten descontentos de alguna manera, buscan comunidad, amistad e incluso romance digital. Por lo tanto, es más que concebible imaginar que los chatbots que imitan a los humanos, diseñados para ofrecer ayuda y atención a los usuarios, podrían llenar ese vacío.

Además, cuanto más parecido a humanos son los bots, más se difumina esa línea que nos separa de ellos en el mundo digital. “Las nuevas tecnologías – concluye Schmidt – casi siempre vienen con efectos secundarios no deseados. Lo que sucedió con las redes sociales, por ejemplo. Pensamos que serían para conectar a la gente y terminaron usándose para interferir en las elecciones, para causar daño. Ha muerto gente por las redes sociales. Nadie quiso que esto sucediera… ¿Podemos evitar que alguien se enamore de una IA?"