Reformas impresionantes
Nicole Curtis regresa para salvar edificios históricos
La nueva temporada de «Enganchada a las reformas» llega esta noche a DKISS con nuevas e inspiradoras transformaciones
Hay casas que susurran historias en cada grieta, en cada viga gastada por el tiempo y en cada moldura olvidada. Para Nicole Curtis, derribarlas sería borrar capítulos enteros de nuestra memoria. Al frente de «Enganchada a las reformas» («Rehab Addict» en su título original), esta carismática restauradora lleva más de 14 años librando una batalla personal: demostrar que lo antiguo no solo puede tener una segunda vida, sino que debe tenerla. Esta noche, DKISS estrena su nueva temporada con un episodio explosivo: mientras rescata una casa de 1890 en Wyoming, okupas ilegales toman su obra en Detroit, forzándola a dividir equipos y prioridades en una carrera contrarreloj.
La historia de Curtis es tan fascinante como las casas que salva. Creció en Lake Orion (Michigan) en el seno de una familia vinculada al negocio de la recolección de basura, un oficio que quizá sembró en ella el respeto por lo aparentemente inservible. Tras ser madre durante sus estudios universitarios –que alternó entre Georgia, Florida y su estado natal– abandonó su sueño inicial de ser abogada para dedicarse a la educación. Pero el destino tenía otros planes: lo que comenzó como una necesidad económica –restaurar casas deterioradas para revenderlas– se convirtió en una misión de vida. Hoy, desde su hogar en una vivienda de 1904 en Detroit, lidera un movimiento que desafía la cultura del «usar y tirar» en la arquitectura.
Desde su estreno en 2010 en DIY Network (y HGTV en 2014), Enganchada a las reformas es un manifiesto contra la demolición indiscriminada. Mientras otros shows transforman viviendas hasta hacerlas irreconocibles, Curtis practica una «cirugía histórica»: rescata maderas originales bajo capas de yeso, devuelve azulejos centenarios a su lugar y reutiliza puertas de chatarrerías. Su obsesión por los detalles es legendaria: en la Ransom Gillis House (Detroit, 1876) —uno de sus proyectos más ambiciosos— investigó patrones de papel pintado victoriano para replicarlos a mano. «No se trata de decorar, sino de devolver lo robado por el tiempo» explica mientras restaura un artesonado en el estreno de esta temporada.
La nueva entrega profundiza en los desafíos que definen su filosofía. En el episodio inaugural, la vemos cruzar el país para salvar una estructura de 1890 en Wyoming, solo para recibir una llamada urgente: okupas han invadido su proyecto estrella en Detroit. La escena —filmada con tensión documental— muestra su rostro surcado por el polvo y la frustración: «Dividir equipos significa que ambas casas sufren» confiesa. Pero como siempre, su terquedad se impone: «No hay obra imposible cuando se trabaja con corazón».Este lema cobra vida en capítulos posteriores, donde la veremos liderar equipos bajo techos colapsados, recuperar porches enterrados bajo añadidos modernos y transformar cocinas abandonadas en espacios vintage con alma, usando siempre materiales recuperados.
Tras 8 temporadas y 83 episodios, el legado de Curtis trasciende lo televisivo. En Akron (Ohio), su colaboración con la Fundación LeBron James para restaurar una vivienda de 1908 se convirtió en un símbolo de regeneración urbana. En Minneapolis, sus «casas de un dólar» –adquiridas por precio simbólico a municipios desesperados– demostraron que hasta las ruinas pueden renacer. Y en Detroit, donde ha intervenido una docena de propiedades, sus proyectos han detonado un movimiento ciudadano para salvar el patrimonio abandonado. «Cuando restauramos una casa, no solo salvamos ladrillos: reactivamos la memoria de un barrio», afirma mientras observa a vecinos reunidos frente a la Ransom Gillis House, hoy convertida en icono turístico.
Hoy a las 23:00h, DKISS ofrece una nueva oportunidad para acompañar a esta infatigable defensora del patrimonio. En un mundo donde la arquitectura avanza hacia la homogeneización, Curtis nos recuerda que las grietas no son defectos, sino arrugas que cuentan historias. Que tras los escombros hay identidad, comunidad y raíces que merecen ser salvadas. Como sus casas, ella misma es prueba de que lo antiguo, con tenacidad y corazón, renace con más fuerza.