Entrevista

Almagro San Miguel: «Cuando llegué a ‘La Moderna’ pensé dónde me he metido; voy a morir»

El actor sevillano se asoma cada tarde a la pantalla a través de la serie de RTVE para la sobremesa

Almagro San Miguel: «Cuando llegué a ‘La Moderna’ pensé dónde me he metido; voy a morir»
Almagro San Miguel: «Cuando llegué a ‘La Moderna’ pensé dónde me he metido; voy a morir»RTVE

Es sin duda el nuevo galán que se asoma cada tarde a la pantalla de RTVE en la serie de «Salón de té La Moderna». La apuesta nueva de la cadena pública para la sobremesa en la que Almagro interpreta a Íñigo Peñalver, un personaje que se desenvuelve en la España de los años treinta. De eso y de cómo afrontar una serie diaria conversamos con él.

Háblenos de Íñigo, su personaje.

Íñigo viene de esa familia que no tiene padre, no tiene madre y se tiene que labrar el camino y se encuentra con don Jaime, que le ayuda a salir adelante. Como consigue escalar socialmente empatiza luego con todo el mundo. Es el gerente del Madrid Cabaret e intenta ayudar a esas personas que son sanas y buenas y tienen que salir del agujero.

¿Qué diría que es la fortaleza de esta serie?

Lo que tienen que contar los personajes femeninos de esta serie es algo muy diferenciador.

¿Tiene algo en común con Íñigo?

Tengo bastante. Es un personaje risueño, que quiere que todo el mundo esté bien. Yo soy de las personas que piensa que en la vida si nos tratásemos con más amor todo iría mejor. Si no tuviéramos esa inquina y esos celos. Íñigo es muy así. Trata con cariño a todo el mundo, aunque ojo cuidado con él cuando lo dañas.

¿Cómo es la relación con los compañeros de rodaje?

Muy buena. Con Helena, con Jaime, son compañeros que te miran de verdad, te escuchan de verdad y en esta vorágine de series diarias se agradece un momento de anclaje.

¿Cómo es el ritmo de una serie diaria?

Es mi primera serie diaria y no estaba acostumbrado a esto. Al principio cuando llegué pensé dónde me he metido voy a morir en esto. Son doce secuencias al día, cuatro páginas en cada secuencia y no sabía ni cómo me lo iba a aprender, pero lo curioso es que sale. Es entrar en esa dinámica y sale.

¿Cómo ha sido esa evolución?

Tuve que cambiar mi ritmo de vida. Era de cenar a las diez o diez y media y ahora a las ocho, a las nueve repaso lo del día siguiente y a las nueve y media estoy acostado. Al día siguiente a las seis y media me está recogiendo. Es fundamental tener un ritmo de vida tranquilo, porque si no creo que no aguanto.

La Moderna ha invadido su vida...

Totalmente, pero se hace a gusto, el equipo es maravilloso y hace que el día a día sea fácil. Es la segunda casa.

Una casa muy bien montada.

Abruma. El equipo de arte ha reconstruido este Madrid de los años 30 de una manera que te mete directamente.

¿Qué ha sido más difícil de llevar a cabo?

En la época de ensayo entender el personaje, para qué estaba en la serie y profundizar. Hay un triángulo amoroso, pero había que profundizar más. Ahí hay miradas que después sirven de puente con otros capítulos. Armar todo eso es un trabajo arduo y trabajas con los cuatro directores y eso es complejo, pero a la vez me encanta.

¿Cuándo decidió ser actor?

Yo no quería ser actor, yo quería ser abogado. Terminé bachillerato y quería hacer Derecho Mercantil, pero mi madre me impulsó a hacer Arte Dramático. No sabía ni que había que hacer unas pruebas. Y resulta que entré. Una vez dentro pensé que había que probar. Estaba acostumbrado a bachillerato, un aula magna, y recuerdo que me metieron en una habitación negra con un hombre muy puesto que nos dijo que iban a poner una música y teníamos que desplazarnos por el espacio. Yo pensé que era bailar, no tenía la menor idea. Y de pronto vi a una revolcarse, yo me puse a imitar, me tiré para un lado y para el otro y después el hombre nos preguntó cómo nos habíamos sentido con la música. Fue como entré en un mundo de introspección alucinante. Cuando llegó mi turno mentí como un bellaco porque me di cuenta de lo cerrado que estaba emocionalmente.

¿Su madre vio más que usted entonces?

Sin duda. Es verdad que siempre he sido un poco canalla y por perder clase me apuntaba a todo y si era teatro, pues mejor que mejor. Más que nada es que le echaba cara y me gustaba divertirme.