Crítica
Luis Zahera demuestra que es un 'Animal' en una comedia simpática que habría agradecido tijera
Netflix estrena mañana la nueva serie de Víctor García León, en la que el actor gallego da vida a un rústico veterinario que se ve forzado a trabajar en una boutique urbana, con un permanente choque entre lo tradicional y lo moderno que podría servir de inspiración para un monólogo de Leo Harlem
Galicia, animales, Luis Zahera viendo amenazado el mundo rural... No sería raro pensar que, con estos ingredientes, 'Animal', la nueva serie de Netflix creada por Víctor García León, fuese a acabar con un francés asesinado. Nada más lejos de la realidad. Estamos en una comedia, y aunque Antón —el personaje del dos veces ganador de un Goya— tenga los mismos miedos y recelos que el mítico Xan de 'As Bestas', estos estallarán en chistes y situaciones disparatadas, sin que ningún ciudadano galo esté, a priori, en peligro.
Antón, nuestro antihéroe en esta aventura, es un veterinario con una vida totalmente organizada: vive en su aldea, se mueve por los pueblos para echar un ojo a los animales de sus vecinos, cobra y vuelve a su aldea para echar la tarde en el bar. Es feliz, o eso cree, pero hay algo con lo que no cuenta y que va a golpear su vida de lleno: la inflación. Los precios suben, los de todo, y aunque Antón se pase los primeros minutos de 'Animal' insistiendo en que los suyos no, su resistencia a abaratar sus servicios le va a condenar a lo peor para un veterinario: quedarse sin clientes. Es en ese momento de flaqueza cuando aparecerá en su vida Kawanda, una boutique animal regentada por su sobrina Uxía (Lucía Caraballo) y que representa todo lo contrario a aquello en lo que Antón cree: peluquerías caninas, hilo musical de centro comercial, productos y accesorios de todos los colores... Como él mismo lo define, un mundo de 'frases de taza' al que se ve obligado a entrar por necesidad.
Víctor García León sabe mucho de comedia, no en vano se ha fogueado en series como la trilogía de Juan Carrasco —'Vota Juan' y sus continuaciones, todas creadas por Diego San José—, o 'El vecino', y ha hecho sus pinitos en cine con la reivindicable 'Selfie' o 'Los europeos'. Precisamente por eso, porque sabe, ha entendido que pocas cosas funcionan mejor que poner a un personaje como pez fuera del agua, enfrentado a todo aquello que no entiende. Leo Harlem ha hecho una carrera en base a rechazar lo moderno, lo hípster, a reírse de que 'en los restaurantes con estrella Michelin te quedas con hambre', y la serie parte de esa idea para hacer humor, aunque a diferencia de Harlem, sí lo contraponga y nos enseñe que, oye, hay avances que igual son buenos.
Para este juego de choque generacional, 'Animal' tiene buenas cartas. Lucía Caraballo está muy bien como contrapunto dulce, inocente y tierno, sin caer en la ridiculización de estos rasgos, sabiendo sacar partido cómico de ellos y con un acento gallego convincente —ella es madrileña— mucho más que el del resto de actores no gallegos que lo imitan en la serie. Pero si por algo se sostiene todo el andamiaje de 'Animal' es por su actor protagonista: Luis Zahera es uno de los mejores de nuestro país, y aquí vuelve a bordarlo con un personaje no muy alejado de su zona de control —la de la citada 'As Bestas', pero también 'El reino' o 'Celda 211', personajes extremos, al límite—, pero al que da la vuelta para que sus improperios y frases cortantes, en vez de darnos miedo, nos entren por la vía del humor, todo esto con esa naturalidad y esa presencia que ya le conocemos de sobra.
En la relación entre ambos está el corazón de 'Animal', y también lo que mejor funciona. Lejos de cinismos, la serie nos muestra un aprendizaje mutuo, y aborda temas como la salud mental, la masculinidad asociada a un tipo muy común de educación, la comunicación o las limitaciones tanto de la vida rural como del ultracapitalismo de las grandes superficies comerciales, sin idealizar ninguno de los dos. Uxía y Antón, su relación y, por extensión, Kawanda —con sus secundarios, todos ellos marcianos—, son los grandes aciertos de una serie que adolece irremediablemente de tener nueve capítulos. Algo de tijera habría dejado un producto más redondo, liberándolo de tener que reiterar escenas y situaciones o de subtramas —la relación del personaje de Zahera con el de Carmen Ruiz, las corruptelas del empresario al que da vida Antonio Durán ('Morris') o la vida amorosa de Uxía— menos frescas y cuyo tiempo en pantalla se nota un poco más.
Con todo, 'Animal' es una serie simpática, con buenas ideas cómicas, intenciones nobles, que quiere hablar de cosas y con una pareja protagonista que, en esa especie de buddy movie o de relación paternofilial sin serlo, cumple de sobra, con una química entre ambos que se huele a leguas. ¡Pero si es que hasta tiene una escena de karaoke, que es la primera regla del manual para que una serie te caiga en gracia!