Avance

Manuel no se va, Catalina rompe aguas y Jana vuelve desde el silencio... esta semana en "La Promesa"

Entre partos, decisiones que reescriben futuros y un cadáver que amenaza con hablar, la serie de RTVE convierte su semana en un campo minado emocional

Manuel no se va, Catalina rompe aguas y Jana vuelve desde el silencio... esta semana en "La Promesa"
Manuel no se va, Catalina rompe aguas y Jana vuelve desde el silencio... esta semana en "La Promesa"RTVE

“La Promesa” no descansa. Ni sus muertos. Esta semana, la serie diaria de La 1 ha entrado en una de esas curvas narrativas donde la línea entre lo que se siente, lo que se oculta y lo que estalla se vuelve peligrosamente delgada. Basta mirar los avances para darse cuenta de que hay algo más que conflictos: hay vértigo.

El punto de partida es claro: Curro no puede más. Su cuerpo arrastra secuelas tras una caída a caballo que no fue casual. Y su mente ya no encuentra paz. “Alguien quiso matarme”, afirma con una convicción que nadie puede discutir, pero que pocos se atreven a nombrar. Las pruebas han desaparecido, los silencios pesan, y su única salida parece inverosímil: desenterrar a su hermana Jana. Porque la verdad, si existe, está enterrada con ella.

A su alrededor, todo se descompone o se transforma. Catalina, aferrada a una coherencia que empieza a costarle la vida, rechaza una vez más a Adriano… y rompe aguas. Nadie lo esperaba, o todos lo temían. En medio del caos, es su cuerpo el que toma la decisión que su cabeza posponía. Y con ello, La Promesa suma una nueva vida mientras otras siguen tratando de sanar sus heridas.

Manuel, por su parte, también decide. No se va a Italia. Se queda. Pero no como quien vuelve, sino como quien elige. Reafirma su apuesta por la aeronáutica desde España y por reflotar el patrimonio familiar, con o sin permiso. Es un giro sutil, pero potente. Porque esta vez no hay huida. Hay posición.

Mientras tanto, María Fernández empieza a escribir su carta de renuncia, empujada por recuerdos que huelen a duelo sin cerrar. Todo le recuerda a Jana. Todo la empuja a irse. Pero Lope aparece a tiempo —o quizá tarde— para evitar lo que todos en palacio sienten como una pérdida anticipada. Porque cuando se va alguien que aún estaba ahí, el vacío pesa doble.

Y entonces está Pía. La búsqueda de su hijo la lleva a un terreno que va más allá del miedo: al cementerio. Lo que encuentra, o no encuentra, tras su “hazaña” no se revela aún. Pero lo que sí queda claro es que cada paso que da la lleva más cerca del infierno o de la verdad. O ambas cosas.

La semana en “La Promesa” no se mide en capítulos, sino en pulsaciones. Todo lo que se mueve, tiembla. Todo lo que calla, arde. Y lo que parecía asentado —relaciones, decisiones, jerarquías— se descompone a la vista del espectador. Porque hay semanas en que una serie diaria se convierte en otra cosa. En una tormenta. Esta, sin duda, es una de ellas.