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Retrato íntimo de una traición internacional

Movistar Plus+ acaba de estrenar la serie «Un espía entre amigos», protagonizada por Damian Lewis y Guy Pearce

La sonrisa entre espías no significa lo mismo que para el resto de los mortales
La sonrisa entre espías no significa lo mismo que para el resto de los mortalesMovistar Plus+

«Si tuviera que elegir entre traicionar a mi país y traicionar a mi amigo, espero tener las agallas para traicionar a mi país». Esta cita del primer episodio ejemplifica muy bien la línea argumental de la serie «Un espía entre amigos», que acaba de estrenar Movistar Plus+. La historia entre dos amigos de hace décadas que cambia radicalmente cuando uno de ellos, Nicholas Elliott, interpretado por Damian Lewis («Homeland» descubre que el otro, el famoso Kim Philby, con Guy Pierce en su piel, lleva años actuando como espía doble para el SIS (MI6 británico) y el KGB ruso.

El año pasado «Un espía entre amigos» se estrenó en Reino Unido a través de ITVX y ahora llega a Movistar Plus+, y se trata de una adaptación de la novela de Ben Macintyre adaptada por Alexander Cary («Homeland») basada en la vida real de la pareja de amigos Philby y Elliott, solo que este último adquiere más relevancia que la de su «partenaire», considerado el responsable de uno de los escándalos más vergonzosos de la inteligencia británica. Gracias a un elenco estelar, la no ficción se centra principalmente en el interrogatorio que lleva a cabo en 1963 el MI5 de la mano de la agente Lily Thomas (Anna Maxwell Martin), sobre Elliott y las circunstancias de una misteriosa reunión entre amigos. El agente se desplazó hasta Beirut para pedirle explicaciones de su traición a Philby, de lo que existen grabaciones, pero finalmente acaba desertando a la Unión Soviética sin más explicaciones. Ahora la duda se centra en si entre juegos de palabras y mensajes amistosos hubo intercambio de información que no salte a la vista, y lo que eso supondría para la inteligencia británica, además de que la CIA se encuentra metiendo las narices en el asunto. La historia nos va regalando flashbacks que saltan en el tiempo que nos permiten conocer cuándo empezó la relación entre ambos espías, durante la Segunda Guerra Mundial, y se fue fortaleciendo con los años. La sequedad de las respuestas de Elliott esconden una negación de que nunca se diera cuenta de lo que estaba pasando y que su interrogadora ataca con una pregunta rotunda: «¿Podría explicarme por qué dejó que el agente de penetración soviético más peligroso que este país haya conocido jamás lo hiciera?».

Localizaciones como Estambul, Beirut y Londres hasta Moscú y Ohio, dibujan la dimensión de un mundo con el espionaje envejecido, gastado y preocupado y sobre todo, necesitado de un recambio urgente y donde la agente Thomas es discordante: del norte, mujer y casada con un médico negro. Es precisamente ella la interpretación sobresaliente con un desdén innato por los demás, concentrada en su trabajo con preguntas incómodas y que nos guiará a través de los secretos que ni los mismos espías saben que guardan. Curiosamente, el personaje no es real, sino un cúmulo de personas reales; una invención para guiar el drama. Destacar los trabajos de Pierce, como un encantador de serpientes abandonado e infeliz, y Lewis, que consigue unas pausas vitales y transmite una energía que guía con maestría la trama con todos sus detalles. La serie no es un James Bond al uso, y su fuerza está en los diálogos, casi siempre entre dos interlocutores, y alguna escena con mandamases en clubes masculinos dirigiendo el cotarro. La ambientación es oscura y fría, pero eso no resta para que el espectador se meta de lleno en la historia que también tiene intriga, traición, algo de suspense para aquellos que no conocen la historia, emboscadas, bombas, persecuciones, ejecuciones y conexiones con la realeza. También momentos muy de espías como hombres con gabardinas y paraguas intercambiando un periódico, mensajes encriptados y una historia de amor.