Estreno

«State of the Union»: El contable de Led Zeppelin contra la Quáquera

► Movistar Plus+ acaba de estrenar la segunda temporada completa de esta comedia dirigida por Stephen Frears

State of the Union
La cafetería «Mouthfeel» se convierte en la auténtica sala de terapia de pareja para Scott y EllenMovistar Plus+

Terapia gratuita para todo el mundo. Eso es lo que ofrece la segunda temporada de la serie «State of the Union», que Movistar Plus+ acaba de estrenar en su totalidad. La comedia dramática y romántica creada por Nick Hornby y dirigida por Stephen Frears nos regala la vida de un matrimonio, Scott (Brendan Gleeson» y Ellen (Patricia Clarkson), enfocados en una terapia de pareja para afrontar un posible divorcio cuando ambos pasan de los 60 años. Una lección vital con la oportunidad de reflexionarla sin tardar.

Diez capítulos, diez minutos

Recordemos que en la primera temporada de «State of the Union», que contaba con Hornby y Frears, estaba centrada en una pareja casada, interpretada por Rosamund Pike y Chris O’Dowd, que se reunían en un bar antes de su cita semanal con su terapeuta de pareja. En esta segunda entrega existe la misma dinámica, con personajes diferentes. Scott es un sexagenario conservador y muy vago que se ha pasado la vida, precisamente eso, viéndola pasar. Una vez acabado el trabajo cree que la jubilación es todo lo que le queda por hacer en la vida. Su mujer desde hace muchos años, Ellen, es una activista pertinaz que confiesa haber entregado sus energías y dinero a los quáqueros y que quiere el divorcio. A partir de ahí y con un juego con pocos personajes más, se establece una cita semanal con los terapeutas. Diez sesiones, diez capítulos de diez minutos, serán suficientes para que se citen minutos antes en una cafetería llama «Mouthfeel» bajo el concepto moderno de cientos de tipos de café, y allí tendrán lugar las verdaderas sesiones donde iremos conociendo a los personajes. Scott se nos antojará retrógrado casi hasta el hastío, ya que solo en el primer episodio carga contra los nuevos consumos de café y leche; la aparición de nuevos géneros a los que referirse como elle (si pone usted los subtítulos, cumplen con la diversidad) e incluso ejerce el rol de marido que ya considera haber hecho un esfuerzo por acudir a terapia, pero sin entender realmente que hace allí, y en esa cafetería que ni siquiera anuncia café en el exterior. La maestría de ambos intérpretes principales van consiguiendo que entremos en su dinámica y la saboreemos por ácida y breve. Diez minutos semanales en los que realmente están aprendiendo más cosas del otro que en décadas. La serie es divertida hasta el sonrojo y de ello también tienen la culpa los secundarios, como Jay (Esco Jouley), el/la gerente, asexual, que jugueteará con el casposismo de Scott hasta hacerse imprescindible su interacción. Conoceremos también a los terapeutas de nuestra pareja, benditos ellos por su inocencia.

La velocidad con lo que todo sucede, pero que se disfruta de un café, nos colocará a distintos lados de las mesas de la cafetería. Unas semanas, las primeras, quizá empaticemos con Ellen, pero la serie madura pronto y todo se vuelve mejor y más fluido, pero Scott crece y parece su mujer la que se queda anclada en el pasado. Ni el contable de Led Zeppelin es tan viejo, ni la quáquera es tan tolerante y moderna. Y en el fondo la serie es una profunda terapia del amor en tiempos seniles. Salvar aquello que se construyó sin saber muy bien qué era o a donde iba, o resignarse a que no se puede tener todo. Terapia barata y rápida. Diez sesiones de diez minutos.