Ferias taurinas

El Cid, emotiva despedida, y 'Timonero', otro idilio en cárdeno en Santander

El sevillano desorejó a un excelente toro de La Quinta para salir en hombros con Emilio de Justo, ambición y toreo profundo, en la tercera de Santander.

El Cid, en pase natural durante el festejo celebrado en Santander. Foto: Efe
El Cid, en pase natural durante el festejo celebrado en Santander. Foto: Efelarazon

El sevillano desorejó a un excelente toro de La Quinta para salir en hombros con Emilio de Justo, ambición y toreo profundo, en la tercera de Santander.

Santander, en presente y en pasado. Manuel Jesús, El Cid, se lleva en el alma Cuatro Caminos. La dura encrucijada del adiós enfiló el sevillano en este 2019. La nostalgia de la despedida rezumando a raudales por el vestido de torear. Un buen puñado de fechas marcadas en rojo en el calendario. Una de ellas, Santander, plaza talismán. Algo se ha hecho bien cuando no es la única. Cuando la ciudad montañesa figura en una lista en la que Madrid, Sevilla, Bilbao... también esperan su turno. La Asociación Taurina Cántabra y las peñas desplegaron una pancarta gigante por todo el tendido. Su imagen toreando a ‘Madroñito’, aquel magnífico astado de Adolfo Martín, que indultó en 2016. Roto el paseíllo, le obligaron a saludar desde el tercio. Memoria, que se dice. Esta tarde, otro cárdeno le brindó la despedida soñada de la Feria de Santiago.

Fue ‘Timonero’, excelente toro de La Quinta. Por fijeza, prontitud, transmisión, humilladoras embestidas y por una condición “a más” durante su lidia. Tras un brindis con aroma a despedida a la afición cántabra, se la ofreció al de Santa Coloma –El más lleno y cuajado del envío, astifino desde la mazorca y con perfil- desde los mismos medios con la derecha. Pronto y en mano, sin preámbulos, inicio “made in Cid”. Allí, en el corazón del ruedo, ligó las tandas, sin apreturas, cierto, pero también con mucha emotividad. Templando la embestida, muy noble, del burel que fue a más. Cada vez con mayor entrega, cada vez con más transmisión. La faena eclosionó en una tanda al natural que abrochó con un afarolado y dos de pecho. Dos tandas más con la zurda de la misma intensidad. Lo llevó de nuevo hasta la misma boca de riego y, allí, quiso matarlo. Muerte de bravo. Merecida. Dejó media en buen sitio. Fue fulminante y las dos orejas, fulgurantes. Clamorosa, la vuelta al ruedo, y la ovación para el de La Quinta.

No había tenido suerte con un segundo cárdeno claro, lucero, fino de cabos, que fue muy flojo de remos. Claudicó dos veces ya en el recibo de capa del torero de Salteras y otras tantas, tras el tercio de varas. Pasó el corte, pese a todo, y fue un quiero y no puedo. Logró dos tandas de gran suavidad con la zurda, con tanto mimo como poca emoción por la endeblez del astado. Una más con la derecha le duró. Imposible.

Junto a El Cid, Emilio de Justo también salió en volandas. Fue el premio a una tarde llena de entrega y ambición por la vía del toreo profundo. Ese toreo con gusto y de buen trazo le costó un susto en cada uno de sus toros, pero le valió también sendos trofeos. La primera oreja llegó de un precioso cárdeno claro acapachado, al que enjaretó un cadencioso ramillete de verónicas, ganando terreno en cada lance. Acudió con alegría al peto e hizo pelea de bravo. Buena vara de Mario Benítez. Mantuvo ese buen son en banderillas. De Justo comenzó a pies juntos para sacarlo más allá de las dos rayas. Allí, firmó una faena de buena composición a un gran ‘Bombero’. Fijeza, nobleza, duración, embestidas humilladas... Virtudes que el cacereño aprovechó. Templó por ambos pitones muletazos con reunión y hondura, sobre todo, al natural. Echando los vuelos y enganchando las almibaradas arrancadas del cárdeno. Largos, los de pecho, a la hombrera contraria. Con magnífica expresión. Una tanda más en redondo, ya con el acero, y apretando de verdad al toro, terminó de convencer al respetable. La estocada, de premios, pues se volcó sobre el morrillo. Le rajó de arriba a abajo la taleguilla. Oreja de kilates.

La otra cayó del sexto, más suelto de carnes y lavado de cara, al que pegó otro buen manojo de verónicas. Cargando la suerte. Se desmonteraron Morenito de Arles y Pérez Valcárce tras un gran tercio con las farpas. Luego, de Justo buscó las vueltas para arrebatarle muletazos estimables a un burel más reservón e incierto hubo pureza, gusto en los muletazos y hasta logró alargar las embestidas, medias embestidas, del animal que fue acortando cada vez más el viaje. Lo prendió por la corva derecha, sin aparentes consecuencias, mediada la faena. Ni se miró y volvió a la cara para pegarle dos tandas más de derechazos, su pitón más potable. Lo mejor, de nuevo, los pases de pecho de pitón a rabo. Como en su primero, no hizo prisioneros en la suerte suprema y se volcó literalmente sobre el morrillo. Buena estocada.

Los diestros Emilio de Justo y Manuel Jesús "El Cid"salen a hombros en el tercer día de la Feria de Santiago. Foto: Efe

Curro Díaz había entrado en el cartel por la gravísima cornada en Madrid de Román, que ya descuenta horas afortunadamente para regresar en Valencia por San Jaime. El jiennense sólo le pudo pegar una tanda, pero qué buena tanda, en redondo al primero, que quiso más que pudo por su frágil condición, hasta que se partió la mano derecha después de clavar los dos pitones en la arena a mitad de un muletazo. Rozó luego la oreja del cuarto, que apretó para dentro de salida al torero, no se empleó en varas y apretó con guasa para dentro en banderillas. Sin embargo, su movilidad sin entrega -le faltaron finales, siempre algo desentendido- tuvo interés en la muleta y Curro tejió un trasteo en el que hubo muletazos de muy bella factura con la rúbrica perenne de los remates por bajo. Trincheras de orfebrería. Lástima que se le fue la mano con la tizona y, aunque afloraron los pañuelos, el palco no otorgó el premio en el gran día de El Cid. Despedida anhelada en Santander. Bilbao ya espera.

Ficha

Santander. Tercera de la Feria de Santiago. Toros de La Quinta, bien presentados, muy parejos y en tipo, bien hechos. El 1º quiso más que pudo, además, se partió la mano izquierda en mitad de la faena; el 2º, endeble y muy justo de fuerzas; el 3º, buen toro, peleó de bravo en varas, con fijeza, duración, lo quiso todo por abajo; el 4º, movilidad sin entrega, le faltaron finales; el 5º, otro excelente toro, pronto, de embestida dulce y emotiva, con mucha transmisión, fue a más; y el 6º, reservón e incierto, fue acortando el viaje. Tres cuartos de entrada largos.

Curro Díaz, de azul eléctrico y oro, estocada baja (silencio); bajonazo (ovación).

El Cid, de tabaco y oro, estocada desprendida (silencio); media en buen sitio (Dos orejas).

Emilio de Justo, de verde hoja y oro, buena estocada (oreja); buena estocada (oreja).