Murcia

La importancia de saber idiomas

La terna se estrelló contra una peligrosa e imposible corrida de Miura en la quinta de Fallas. Valencia. Se lidiaron toros de Miura, muy bien presentados, serios y con cuajo pero de juego muy deslucido y complicado; y un sobrero de Valdefresno (2º), manso y manejable. Un cuarto de entrada.. - Rafaelillo, de burdeos y oro, estocada corta, tres descabelos (silencio); entera (ovación).. - Fernando Robleño, de corinto y oro, entera, aviso (ovación); tres pinchazos, aviso, dos medias, tres descabellos, segundo aviso (silencio).. - Javier Castaño, de perla y oro, pinchazo, media, descabello (silencio); pinchazo, media (silencio).. - Destacaron los banderilleros David Adalid y Fernando Sánchez, así como el picador Tito Sandoval.

Rafaelillo trata de rematar con un pase de pecho, pese al tremendo gañafón del toro de Miura
Rafaelillo trata de rematar con un pase de pecho, pese al tremendo gañafón del toro de Miuralarazon

No sé si los dueños de la legendaria vacada de Miura –nombre común y típicamente japonés– descienden de aquellos súbditos del Imperio del Sol Naciente que se establecieron en Coria del Río en el siglo XVII y que, obedeciendo el mandato divino de la religión que abrazaron al instalarse allí, crecieron y se multiplicaron hasta conseguir que Japón sea apellido frecuente en tierras béticas. Tampoco conozco si los animales que crían con tanto esmero y dedicación entienden el japonés. Pero sí que es cierto que sus toros son especiales y su comportamiento poco que ver con el de los astados que se lidian en la actualidad en la mayoría de ferias y festejos. Y también es verdad que los diestros que se enfrentan a ellos lo hacen en un idioma distinto.

La gente se ha acostumbrado a una lidia mucho más artística y ligera que la que precisa este ganado y los toreros ya parecen haber olvidado lo que es lidiar. Pocas veces se ven ya faenas que hace años eran frecuentes, las denominadas de aliño. Y que siguen siendo necesarias cuando las condiciones del toro así lo exigen. No eran los astados de Zahariche –serios, largos, cuajados, duros, listos–, toros para ponerse bonito, componer la figura y torear templado y despacio.

El que abrió plaza se revolvía y echaba la cara constantemente, buscando descaradamente y refugiándose en las tablas al final de su lidia. Rafaelillo le dio mucha coba buscándole las vueltas por todos lados sin encontrarlas por ninguno. También se quedó muy corto el cuarto, pendiente siempre de un torero que porfió en pos del lucimiento cuando su oponente pareció tragarse algún muletazo por el pitón izquierdo –por el derecho nunca lo hizo–. Pero pronto se tornó igual de imposible por ese lado. Otra vez el de Murcia estoqueó con habilidad y contundencia.

El primero de Javier Castaño se arrancó de muy lejos al caballo hasta tres veces, aunque en la muleta fue a menos. Por si faltaba algo, se levantó una ventisca que molestó muchísimo a las partes, que no encontraron puntos en común. Ya de salida hizo cosas poco esperanzadoras el sexto, más justo de fuerza y al que se picó duro. Volvieron a lucirse los subalternos de a pie –David Adalid y Fernando Sánchez– de Castaño, que se empeñó en quedarse muy quieto pese a que el «miureño» entraba al paso y cabeceando, que le costó llevarse más de un susto y nulo lucimiento.

El sobrero de Valdefresno que hizo segundo pareció tener otro acento. Mansón, suelto y distraído. Robleño se templó en varias series, cortas y limpias, que constituyeron lo mejor de un trasteo muy desordenado. Un muletazo aquí, otro allá, una serie en el tercio, otras en chiqueros y poco en claro, que acabó con el toro aculado en la misma puerta de toriles. Hablaron idiomas igualmente distintos Fernando Robleño y el segundo «Miura» de su lote, al que dieron un palizón en varas. Echó la cara arriba ya en banderillas y ¿embistió? tirando continuos hachazos y gañafones. Despreció enseguida a su matador, procuró irse lo más lejos posible y lo ignoró como una vaca en vez de como un toro bravo.