Sevilla

Tibia vuelta de El Cid en la tarde de la discordia

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Daniel Luque, herido leve, se libró de un percance mucho más grave al partirse el pitón el segundo toro de la tarde
Daniel Luque, herido leve, se libró de un percance mucho más grave al partirse el pitón el segundo toro de la tardelarazon

La Maestranza (Sevilla). Séptima de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de Jandilla (1º), Domingo Hernández (2º y 4º) y el resto de Garcigrande, desiguales de presentación. El 1º, noble y repetidor; el 2º, calidad y con las fuerzas justas; el 3º, basto y sin entrega; el 4º, a punto de rajarse, con mucha transmisión y calidad; el 5º, manejable sin más, de media arrancada; y el 6º, manejable. Dos tercios de entrada.

El Cid, de grana y oro, estocada, descabello (silencio); estocada desprendida, descabello (vuelta al ruedo). Daniel Luque, de catafalco y oro, pinchazo, estocada caída, descabello (saludos); media en buen sitio (silencio). Arturo Saldívar, de verde y oro, media tendida, descabello (silencio); pinchazo, estocada corta (silencio).

A un paso estuvo Justo Hernández de traerse la ganadería a cuestas para lidiar en Sevilla. 14 toros viajaron de Salamanca a la Maestranza y tan sólo uno había pasado el corte la noche anterior. La polémica estaba servida en una feria que arde de por sí, y no por los éxitos. Después de la criba lograron reunir a cinco de la divisa entre los dos hierros, Garcigrande y Domingo Hernández, y un remiendo de Jandilla, que abrió boca con nobleza y calidad, como para despertar los ánimos de una plaza. La corrida fue fea y desigual, un sindiós, pero embistieron toros para estar hablando a estas alturas de que en el ruedo de la Maestranza pasan cosas. Ocurrió que el jandilla que remendó la tarde de la discordia sacó nobleza y claridad de ideas y ocurrió también y al mismo tiempo que su matador, Manuel Jesús El Cid le hizo una labor liviana, barnizada por las prisas que no tenía el toro. Y así, transcurrió todo ligero, decorado, compuesto pero vacío. Y nada hubo después que pudiéramos rescatar y el toro, qué demonios, había servido. El cuarto tenía los pitones negros, qué mal fario, pero nada más lejos de la realidad. Esperó a la cuadrilla, cinqueño el animal, reposado de conducta en ese tercio, aunque se olvidó de todo cuando llegó la hora de la verdad. Camino de tablas, queriendo irse, acudió al engaño de El Cid con una alegría y una transmisión tremendas. Se abría en los vuelos de la muleta, pasaba largo, conectando... El sevillano se lo llevó a tablas y ahí despachó rápido, una tanda detrás de otra. A pleno rendimiento la fábrica, en línea, una estocada, un descabello y una vuelta. Fallan las cuentas. El toro lo tenía dentro. Y se lo llevó.

Abraham Neiro se desmonteró con el segundo. Tenía el toro las fuerzas contenidas y mucha calidad en la embestida. Le tocó a Daniel Luque y la faena pasó por varias fases, buscando el acople, intermitencias en el pulso, en una de esas, le arrolló con los cuartos traseros y se quedó a merced lo que le provocaría un puntazo en el glúteo. Salió de ahí para la guerra de los circulares y el remate. El quinto tuvo media arrancada, no más. No era gran toro ni el peor. Luque lo enseñó pero no sumó nada. Más a la espera que en busca del triunfo.

Saldívar anduvo valiente con el tercero, basto y sin entrega, y se amontonó con un manejable sexto. Muchos pases y poco en claro. No arranca la feria. ¿A quién miramos? Hay muchas lecturas y una muy clara. A día de hoy, el plan b no está funcionando. Y no se trata sólo de la ausencia de figuras.