Feria de Málaga

Un trofeo y una decepción

El francés Sebastián Castella pasea la única oreja de la tarde con la deslucida corrida de Alcurrucén

El diestro de Beziers se estira por bajo en los compases iniciales de su faena al cuarto toro de Alcurrucén de la tarde
El diestro de Beziers se estira por bajo en los compases iniciales de su faena al cuarto toro de Alcurrucén de la tardelarazon

Castellón. Quinta de la Feria de la Magdalena. Se lidiaron toros de Alcurrucén, desiguales de presentación y mansos en general. El 1º, repetidor, punto bronco y falto de entrega; el 2º, desrazado y deslucido; el 3º, mansote y manejable; el 4º, rajado aunque la toma con calidad por el izquierdo; el 5º, complicado y deslucido; el 6º, deslucido. Dos tercios de entrada.

Sebastián Castella, de lila y oro, estocada caída (saludos); estocada, aviso, descabello (oreja). Miguel Ángel Perera, de grana y oro, estocada caída (saludos); pinchazo, estocada (silencio). Alejandro Talavante, de verde botella y oro, dos pinchazos, estocada (palmas); dos pinchazos, estocada (silencio).

Al cuarto ya se le veía antes de empezar faena a gusto en los terrenos de tablas, aquerenciado, marcando la distancia en la que su espacio era más fértil. Sebastián Castella se fue al centro del ruedo y le espero, se vino como un tren, un arrebato, y le dio un pase cambiado que se desdibujó en el siguiente para acabar enredándose la tanda. Allí en los medios duró aquello lo que a Sabina «dos peces de hielo en un whisky on the rocks», dos muletazos y derecho a tablas. Así otra vez, pero el toro tenía el fondo de querer cogerla y lo hizo, sobre todo por el izquierdo. Tenía intensidad en el viaje y humillaba en ese encuentro. Resultó por ahí por donde el francés fue encontrando el sitio a la extensa faena y sacó algún natural con temple y largura. La eficacia con la espada hizo que paseara un trofeo. Pocas alegrías nos dejaba la fría tarde. Frío invernal en esta recién estrenada primavera. Mansearon con descaro los tres primeros, más este cuarto, que también se rajó pero tenía cositas dentro. El primero, que fue para Castella, huyó del capote y llegó a la muleta repetidor, punto bronco y falto de entrega. Unas desigualdades que persiguieron a la faena.

Alejandro Talavante no tuvo tino con la espada con el tercero, estrechito de sienes, pero sí dejó una faena con muchos matices y una gran actitud. Se templó mucho con el toro por el derecho y según le iba ganando la batalla al toro, éste iba perdiendo el interés por ella. Entre tanto, el toreo de Talavante tuvo parsimonia. Por el izquierdo escondía el toro una embestida más interesante, más viva, más mordaz, una vez viajaba y a la otra se quedaba abajo. Por ahí le costó más a Alejandro cogerle el ritmo y lo logró ya al final de uno en uno y buscando estar siempre de frente al toro. La espada dijo no... Pero había dejado poso. Le esperábamos al sexto, por si quedaban cosas por decir, pero casi antes de empezar el toro de Alcurrucén, como casi toda la corrida, decidió dar por finalizada la partida.

Así el toreo, a estas alturas era un imposible. Como lo fue para Miguel Ángel Perera. No lo tuvo fácil con un primero que no quería embestir y cuando el extremeño le obligaba se descomponía, se abría en el viaje y renegaba. El quinto, con poco fondo, sacó complicaciones y según avanzaba mal estilo. En tardes así, es difícil sacar algo en claro.