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La energía calienta la inflación
Nuestro país debe plantearse su estrategia energética con seriedad, bien diversificada
Con motivo del aniversario de la invasión de Ucrania, hemos conocido esta semana el dato de que España triplicó la compra de gas ruso. Cierto que tal hecho ocurre también como consecuencia del empeoramiento de las relaciones con Argelia, pero la mayor dependencia de Moscú no deja de ser inquietante en un momento en que la estrategia de UE y USA pasa por dejar de adquirir gas de Putin.
Nuestro país debe plantearse su estrategia energética con seriedad. Cada vez son más las voces que reclaman un cambio con relación a las centrales nucleares. No se trata de depender en exclusiva de la nuclear, lo que sería un error. Hay que tener una diversificación tan amplia que nos permita cierta soberanía energética, sobre todo cuando nos encontramos ante una situación de crisis de abastecimiento como la de ahora.
Los esfuerzos en materia de renovables, avanzando en la generalización de la industria fotovoltaica y una mayor implantación eólica, son importantes a efectos de poder complementar la producción fósil con la nuclear y las nuevas fuentes limpias. A mayor oferta, mejores condiciones de precios en el mercado, y también menor repercusión en el IPC.
A menudo nos quejamos de los precios de los alimentos, culpando a distribuidoras y supermercados. Planteamiento errado, igual que topar los precios: a la postre se acaba generando desabastecimiento, como en Venezuela. Si a un agricultor no le compensa producir porque pierde en vez de ganar, el problema resultante es que hay menos oferta y el IPC sube.
Por eso es clave que, a efectos de contener la inflación, tengamos una energía tan diversificada como barata.
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