45 líneas

Vuelta a la austeridad

De ganar Feijoo las elecciones, como vaticinan las encuestas, va a tener meter tijera al desenfrenado gasto público del sanchismo

El canciller alemán, Olaf Scholz
El canciller alemán, Olaf ScholzSTEPHANIE LECOCQ EFE/EPA

Alemania ha anunciado el regreso a la línea dura presupuestaria, poniendo fin a los años de alegría en el gasto como consecuencia de la pandemia y la guerra. Mala noticia para los políticos manirrotos, pero buena para la ciudadanía y la economía. El creciente endeudamiento descontrolado no es aconsejable ni para Alemania ni para la UE. Entramparse en exceso es siempre pésimo. Se extrema la dependencia con relación al prestamista, amén de vivir pendientes del pago de altos intereses. Berlín es normalmente ejemplo de austeridad, pero la COVID obligó a gastar más ingresando menos. Tiempo habrá de ver si se invirtió el dinero de manera correcta, o por el contrario se despilfarró como acostumbra cierta clase política. De momento habrá restricciones en todo, salvo en Defensa. Ojalá que acabe ya el conflicto bélico y se rebaje también en armamento. La recesión no es sólo un fantasma en el caso alemán. Allí ya la sufren. El gobierno multicolor de Scholz, tan alejado del rigor presupuestario de Merkel, tendrá que meter en vereda tanto a buena parte de los suyos como a los Verdes, opuestos a cualquier tipo de recorte.

Mala noticia igual para España. De ganar Feijoo las elecciones, como vaticinan las encuestas, va a tener meter tijera al desenfrenado gasto público del sanchismo. Tenemos la mayor deuda de la historia. Hemos gastado sin contemplación y eso genera inevitablemente consecuencias negativas. Por mucho que el Gobierno diga que la economía va bien, la realidad es que estamos mal en todos los parámetros. Con la deuda, el déficit y el empleo público fuera de control. Es la herencia que recibirá el gallego.