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Fortnite
Los videojuegos se han convertido en una de las formas de entretenimiento más populares del planeta, consiguiendo que personas de prácticamente todas las edades los hayan probado como mínimo. Esta fama les ha llevado a ser el canal perfecto para que universos como el de Dune o como el de Dragon Ball se expandan y tengan sus propios videojuegos, pero también ha provocado un incremento en la cantidad de tramposos.
Sin embargo, un Tribunal de Estados Unidos puede haber dado el primer paso para acabar con esta práctica después de haber impuesto una multa considerable a un jugador por alterar las partidas en uno de los títulos online más populares del mundo. La noticia, que se conoció en el día de ayer, ha generado un enorme revuelo en redes sociales, donde miles de usuarios han debatido sobre las posibles consecuencias de este castigo.
El acusado, cuya identidad permanece protegida por orden judicial, utilizó programas externos para obtener ventajas (como auto-apuntado con las armas o ver a los otros jugadores a través de las paredes), alterando la experiencia de otros jugadores y violando las normas de uso del juego. Ante esto, la empresa desarrolladora de Fortnite decidió llevar el caso a los tribunales y ha logrado una sentencia favorable que ha acabado imponiendo al acusado una multa de 175.000 dólares.
Según el fallo judicial, el uso de este tipo de herramientas perjudicó seriamente la competitividad del juego. De esta manera, el juez respaldó a la compañía y destacó la importancia de preservar la integridad de las partidas. Lo mejor de todo es que el dinero recaudado será donado íntegramente por el equipo de Fortnite a organizaciones benéficas que trabajan en los ámbitos de la educación, la salud infantil y el apoyo a comunidades en situación vulnerable.
Este fallo llega tras años de esfuerzos por parte de la empresa para erradicar las trampas. Desde hace mucho las empresas incluyen medidas técnicas para castigar a aquellos que las utilizan, pero puede que a partir de ahora no estén solos en esta lucha y la toma de acciones legales se convierta en algo habitual, haciendo que tanto los que utilizan estos programas como los que los venden se arriesguen a consecuencias más severas.
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