Haití

Migrantes haitianos se sienten atrapados entre México y EEUU

Cientos de migrantes viven estos días entre dos aguas: poner su suerte en manos de Estados Unidos -que puede devolverles a Haití o dejarlos libres para tramitar el asilo

A child sleeps on the shoulder of a woman as they prepare to board a bus to San Antonio moments after a group of migrants, many from Haiti, were released from custody upon crossing the Texas-Mexico border in search of asylum, Wednesday, Sept. 22, 2021, in Del Rio, Texas. (AP Photo/Julio Cortez)
A child sleeps on the shoulder of a woman as they prepare to board a bus to San Antonio moments after a group of migrants, many from Haiti, were released from custody upon crossing the Texas-Mexico border in search of asylum, Wednesday, Sept. 22, 2021, in Del Rio, Texas. (AP Photo/Julio Cortez)Julio CortezAgencia AP

(AP). Cientos de migrantes viven estos días entre dos aguas: poner su suerte en manos de Estados Unidos -que puede devolverles a Haití o dejarlos libres para tramitar el asilo— o permanecer en México, donde temen las redadas y ser detenidos aunque, de momento, las autoridades sólo los devuelven hasta la frontera con Guatemala.

Nelson Saintil —un haitiano que viaja con esposa y cuatro hijos de 16, 13, 10 y 5 años— acababa de salir de Del Río, Texas, por miedo a las deportaciones. Pero en el lado mexicano, en Ciudad Acuña, se sentía el miércoles como en una cárcel al aire libre porque teme que sean detenidos si salen del campamento.

“No sé cuándo pararán las deportaciones (desde Estados Unidos) y antes de volver hay que estar seguros” de que nos liberarán para pedir asilo, dijo tras reconocer que sopesa casi a cada instante en qué orilla del Río Bravo quedarse. “No quiero ser como los ratones, que no se enteran que caen en la trampa porque volver a Haití es enterrar a una persona en vida”.

Bodlet Manaasse, de 27 años que dejó su trabajo de taxista en Chile para intentar llegar a Estados Unidos, hacía el camino inverso. Enfermo del hígado había regresado a México el domingo desde Texas para ir al médico y el miércoles volvía a cruzar a Del Río tras vivir una redada que dejó varias habitaciones destrozadas en un hotel el centro de la ciudad. “Mi hermano me llamó que nos toca pasar hoy”, dijo entre esperanzado y temeroso por lo vivido de madrugada y confiando en que esa ‘salida’ fuera quedar liberado en territorio estadounidense.

Los agentes de migración, escoltados por elementos armados de la Guardia Nacional, irrumpieron de madrugada en el hotel mientras dormía. “Me tocan la puerta, yo no la abrí. El dueño la abrió y me dijeron ‘muchacho tienes que ir conmigo’”, explicó, aunque dice que no le pidieron ningún documento. “No, yo estoy enfermo, tengo que ver el médico”, dijo mostrando su vientre totalmente hinchado. Fue al único al que no hostigaron más.

El resto del hotel se convirtió en un caos de gritos, carreras, ventanas rotas. Una familia se escondió en el baño pero los agentes rompieron la puerta. Tras los forcejeos un par de familias lograron escapar defendiéndose con los vidrios rotos que estaban en el suelo y salieron corriendo con los niños en brazos.

Otra media docena de migrantes salían del hotel detenidos y subían a una camioneta. El suelo quedó regado de ropa, cortinas, chanclas, pañales, un biberón con el nombre de Antonio y gotas de sangre, según dijo Manaasse, porque uno de los migrantes se cortó con los cristales rotos.

El encargado del hotel, asustado, solo se atrevió a decir a AP —que presenció parte de los hechos— que nunca había visto nada igual.

“‘¿Ve que hay redadas?”, preguntó Francisco Garduño, comisionado de migración a una periodista que le cuestionaba al respecto durante una visita el miércoles a Ciudad Acuña. A su juicio solo hay operativos acorde con la ley.

México ha estado intensificando sus esfuerzos para aliviar el número de migrantes en esta parte de la frontera. Además, los haitianos solo pueden comprar boletos hacia el sur. Hacia el norte, las líneas de autobuses de los estados fronterizos tienen, en teoría, prohibido vendérselos si no tienen documentos en regla.

En Acuña, patrullas de la Guardia Nacional, de migración y en algunos casos de policías locales intensificaron las redadas y detenciones el miércoles en plena calle.

Los autobuses vacíos esperan junto a unas oficinas migratorias. De repente, desparecen y llegan otros. Felipe Basulto, secretario del Ayuntamiento, dijo a AP que desde el domingo por la noche han sido trasladados fuera del municipio unos 250 migrantes haitianos.

El Instituto Nacional de Migración no ha informado cuántos traslados de migrantes haitianos ha realizado en estos días pero dos autoridades federales confirmaron a AP que se hacen por vía terrestre y aérea.

El martes salió el primer vuelo de Piedras Negras (100km al este de Acuña) a Villahermosa, en el sureño estado de Tabasco. El lunes partió otro de Monterrey con un centenar hacia Tapachula en la frontera con Guatemala.

A esta ciudad, nodo carretero que conecta con los principales cruces fronterizos de Texas, no paran de legar migrantes. Uno de los albergues de la ciudad, con capacidad para 700, tenía el miércoles 1.500.

Unos llegan huyendo del norte, de las deportaciones en Estados Unidos. Otros optan por no avanzar más allá de Monterrey y buscar trabajo en esa ciudad industrial, como Selomourd Menrrivil, de 43 años y que viaja con su esposa y dos hijas adolescentes.

“Sin trabajo no podemos hacer nada, queremos documentos aquí”, indicó. Por eso el domingo cambiaron su plan inicial, que era alcanzar Estados Unidos y se quedaron en Monterrey.

México sigue planificando la logística para iniciar los vuelos de repatriación de migrantes a Haití pero todavía no está claro cuándo comenzarán.

Mientras tanto, se vacía el campamento en tierras texanas y va creciendo poco a poco el de Acuña, que cada vez se parece más a los que han proliferado en varios puntos de la frontera. De los más de 14.000 migrantes estimados hace cinco días, el martes quedaban 8.600 según el gobernador de Texas, Greg Abbott. Un día más tarde, el comisionado del INM decía que había apenas 3.300 en Del Río y entre 500-600 en Acuña.

Antonio Pierre, de 33 años, escuchaba el miércoles por la mañana las noticias en el teléfono móvil de un amigo. “Están liberando a algunos (en Estados Unidos) pero son muy pocos”, comentaba. Por eso en cuanto cargara su celular iba a volver a cruzar el río Bravo, recoger a su esposa e hijo y regresar a México.

Ese trasiego irregular que ha sido constante desde hace casi una semana iba a ser cerrado el jueves, según contaron varios migrantes que les informaron los agentes estadounidenses.

“La situación de decenas de miles de personas migrantes tanto en México como en EEUU es insostenible y de una vulnerabilidad extrema debido al fracaso de las políticas de asilo y las continuas deportaciones”, afirmó en un comunicado la ONG Médicos Sin Fronteras, que lleva desde el lunes atendiendo a migrantes en Ciudad Acuña.