Andalucía

La formación del Gobierno de Pedro Sánchez perfila el final de la tregua con Susana Díaz

El nombramiento como portavoz de Montero coloca a la ex consejera como alfil en la sucesión, para la que también suenan Sicilia y Espadas. Casi una cuarta parte de los ministros son andaluces pero la influencia del PSOE-A es nula

Susana Díaz, en un acto feminista en Sevilla
Susana Díaz, en un acto feminista en SevillaLa Razón

A pesar de contar con cuatro (más uno de Unidas Podemos, Alberto Garzón) ministros andaluces (la vicepresidenta Carmen Calvo; María Jesús Montero en Hacienda y la portavocía; Luis Planas en Agricultura; y el sevillano Juan Carlos Campo en Justicia), cerca del 25% del Ejecutivo (sin contar a los socios comunistas), el predicamento del PSOE-A en el nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez es nulo. Lo citó Aitor Esteban en su cinéfila alocución –a la que le faltó recurrir a «El golpe»– durante la investidura: «No estamos en el fin del mundo pero desde aquí se ve» («Thelma & Louise»). El axioma colindante con la sucesión en Andalucía se completa con la cita del Rey a Pedro Sánchez tras la promesa del cargo: «El dolor vendrá después». El debate de investidura transcurrió con la presencia de Susana Díaz –presa de batallas pretéritas y de sus palabras: «Los votos de los andaluces no servirán para pagar privilegios a Colau», por ejemplo– en la grada junto a Iceta mientras su «enemigo íntimo», Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, vicepresidente del Congreso, por «el azar y el apoyo» de sus compañeros» se convertía «casualmente» en «el diputado 166 del desempate» para hacer a Pedro Sánchez presidente. Una vez conformado el Gobierno, Ferraz ya no tiene excusas para abordar el cambio de ciclo en la comunidad, con los sectores críticos pujantes en provincias como Sevilla, Málaga, Huelva y Jaén. El nombramiento de María Jesús Montero como portavoz se interpreta en los mentideros como un paso casi definitivo para que sea candidata a la Presidencia de la Junta –de hecho, PP y Cs en Andalucía llevan meses haciendo oposición a esta opción, con su reprobación en el Parlamento, primero, y las críticas al ajuste en las cuentas por el déficit heredado de su etapa después–. No obstante, fuentes socialistas apuntan que esta opción no está cerrada. Desde Ferraz se deslizó a modo de liebre el nombre del diputado jiennense Felipe Sicilia como posibilidad. El alcalde de Sevilla, que no repetirá como candidato en la capital al sumar dos mandatos al término del actual, puede ser el tapado. La investidura coincidió con los 38 años –casi el tiempo que el PSOE gobernó Andalucía– del estreno de la mítica serie «Fame», cuya cita más célebre era «la fama cuesta». El tiempo de la tregua toca a su fin y las partes tienen claro que la sucesión andaluza, tras deslizarse la salida de Díaz mediante la vía de un nombramiento y descartarlo el PSOE-A confirmando que irá a las primarias, también costará y se venderá cara.

Montero contará con mayor proyección desde la portavocía pero también con un mayor desgaste. Un ascenso que está por ver si hará la veces de ascensor. La sombra de los ERE, como con Díaz y en menor medida con Espadas, es alargada. La ministra de Hacienda formó parte de los ejecutivos andaluces cuestionados en la sentencia de la Audiencia , por la que los ex presidentes Chaves y Griñán, entre otros, han sido condenados. En su día se pronunció vía Twitter: «Yo también soy hoy Antonio Lozano, Ventura, Magdalena Álvarez, Salgueiro, Valverde y tantos otros. Mi apoyo y compromiso», escribió en 2013. Todos han sido condenados. La portavoz, iniciada en los movimientos católicos de base y que pasó de posturas más cercanas a IU al PSOE, ha demostrado en Madrid cintura para alcanzar el acuerdo con Unidas Podemos. La sentencia de los ERE, no obstante, dibuja la flaqueza del bolchevique. Pedro Sánchez, dado el débil equilibrio de Gobierno, necesita que el PSOE-A no vuelva a ser un polo de oposición. Oficialmente, Montero, considerado el mirlo blanco de la sucesión frustrada, siempre se ha desmarcado de las quinielas. «No está en mis cálculos». Tampoco lo estaba ser portavoz. Montero juega partido a partido. Eso sí, nunca ha escondido que «el debate en Andalucía es mucho más profundo». A favor de Sicilia, cuentan fuentes socialistas, está que «no ha estado en ninguna guerra orgánica claramente posicionado, ni en el Gobierno andaluz y es del partido de siempre». Puntos que suman. En el debe, como le pasa a Montero, está que ninguno ha hecho «vida orgánica» en Andalucía. Sicilia sí estuvo en alguna ejecutiva pero sin trascendencia. Celis y el sempiterno alcalde de Dos Hermanas Kiko Toscano (quien hizo de chamán cuando Sánchez era «Walking dead») tendrán influencia en el escenario que se avecina «pero cambiando la conjunción copulativa por la disyuntiva. No son lo mismo», apuntan fuentes del partido. En el papel de cianobacteria, promotor de cambios, no conviene olvidar al defenestrado por Díaz Mario Jiménez. «Moviéndose está seguro». Ferraz y San Vicente mantienen la paz preparándose para la guerra en tanto cobra vigencia el aforismo de Miguel Ángel Arcas: «De un laberinto se sale. De una línea recta, no», y se mantiene el luto con los ERE de cuerpo presente. La portavocía no era un paso necesario, «eppur si muove».

Más datos

El presidente del PP de Málaga y consejero de Presidencia de la Junta, Elías Bendodo, criticó el número de ministros del nuevo Ejecutivo, señalando que es «el Gobierno menos andaluz de la historia». «No van a caber en la sala donde se celebra el Consejo de Ministros», dijo, criticando que «se están primando los equilibrios políticos del PSOE y Podemos, al tiempo que hay que satisfacer a los independentistas que apoyaron esa investidura».

La consejera Carmen Crespo anima a Planas a «redoblar esfuerzos» en defensa de la PAC y contra los aranceles, los bajos precios y la sequía.

Vox convoca concentraciones hoy en ayuntamientos en contra del nuevo Gobierno de PSOE y Podemos.

El feminismo para «frenar a la derecha»

La secretaria general del PSOE andaluz, Susana Díaz, animó «a los hombres y mujeres socialistas y feministas de Andalucía a parar los pies a una derecha que viene más salvaje que nunca contra las mujeres y contra la igualdad», que «tenía claro que quería bloquear España hasta que le salieran los números y pudiera extrapolar a todo el país su experimento del 2 de diciembre» con la extrema derecha y que «insulta y ofende cada vez que se habla de igualdad, de sanidad y educación públicas, de dependencia, de respeto y de memoria democrática».