Turismo
Una tasa turística que no convence a la Junta ni a los empresarios
Málaga ha aparcado el debate de una medida que defienden Sevilla y Cádiz. El sector duda del destino del dinero recaudado y advierte de que la subida de precios ahuyentará a los visitantes
El debate está abierto, aunque son los ayuntamientos los que se muestran más partidarios de la medida y no tanto la Junta de Andalucía ni los empresarios. La Consejería de Turismo tiene previsto abordar este mes la posible implantación de una tasa turística, un impuesto que tendría un carácter finalista y que está generando controversia en un sector que es la locomotora económica de la comunidad autónoma. De momento, hay más dudas que certezas y voces que se posicionan a favor y en contra, mientras que cada vez más ciudades europeas apuestan por esta iniciativa para incentivar el turismo.
El propio vicepresidente de la Junta y consejero de Turismo, Juan Marín, se ha mostrado contrario a su implantación aduciendo los más de 21.800 millones de euros que aporta el sector al Producto Interior Bruto (PIB) de la región. «Esto es infinitamente mayor que cualquier tasa turística que distorsione», argumenta. Para los ayuntamientos, que tendrían a su disposición el dinero recaudado, la medida es golosa, pero no hay unanimidad en torno a su conveniencia. El de Málaga, buque insignia del turismo andaluz, ha aparcado el tema dado el escaso consenso, además de no existir una regulación autonómica o una ley estatal que fije el impuesto. De momento, su principal abanderado es el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, quien ha anunciado su intención de implantar la tasa este mandato para que pueda revertir en la conservación del patrimonio de la ciudad. El regidor ya ha pedido el aval del Ministerio de Hacienda, con el objetivo de que los hoteles cobren «uno o dos euros» por noche a los turistas. El Ayuntamiento de Cádiz ha sido el último en pronunciarse. El Pleno municipal aprobó el pasado viernes instar a la Junta a desarrollar la medida para mejorar la financiación local, la conservación del patrimonio e impulsar el turismo sostenible. La moción recogía de forma ex presa que las primeras experiencias en España no han tenido como consecuencia un descenso en la afluencia de visitantes.
¿Qué opina el sector? El sentir mayoritario es de rechazo. Luis Callejón, presidente de la Asociación Empresarial Hotelera de la Costa del Sol (Aehcos), asegura a LA RAZÓN que «ya pagamos suficientes impuestos» y remarca que «tenemos un IBI superior al de cualquier otra industria, también el impuesto de actividades económicas, una factura eléctrica superior y de agua». Junto a ello, recuerda que casi el 30 por ciento de los visitantes que acuden a la Costa del Sol son andaluces. «¿Les hacemos pagar más por lo que ya están pagando?», se pregunta. Callejón también expresa sus dudas sobre el destino de la recaudación, teniendo en cuenta el precedente del canon del agua, con casi 500 millones de euros que no se han ejecutado en obras de saneamiento y depuración. En este sentido, apuesta por buscar fórmulas para mejorar el turismo «del siglo XXI, y no tanta recaudación» y augura que «los turistas se nos van a ir a otros destinos porque nuestros precios van a ser desorbitados».
Por su parte, el presidente de la Asociación Sevillana de Empresas Turísticas (ASET), Gustavo de Medina, vería con buenos ojos la tasa si se garantiza que lo recaudado se destina a la promoción turística de la ciudad. Y advierte: «No las tenemos todas con nosotros de que esto pueda ser así». A su juicio, el Ayuntamiento de Sevilla «dice que no hay más recursos para promoción por vía ordinaria, así que plantea esta vía extraordinaria». Otra objeción que expresa De Medina es quién recauda el impuesto. En principio, serían los hoteles los encargados de esta labor, gravándose la noche de pernoctación. Sin embargo, sugiere que se abra a otras actividades turísticas como los apartamentos, autobuses o tablaos flamencos.
ASET asegura que, si finalmente se apuesta por la medida, habría que articular una tasa unificada a nivel regional. «El asunto se complica si empezamos a poner impuestos de manera individual». En el caso sevillano existe el precedente del Alcázar. El precio de las entradas se incrementó un euro y ese dinero iba a revertir en la restauración de monumentos. «No sabemos nada hasta la fecha», lamenta De Medina, e insiste en que «es necesario que la gente sepa qué se hace con el dinero del turismo». Y pone ejemplos donde se podría invertir, como las rehabilitaciones de la capillita de San José, el convento de Santa Clara o la Fábrica de Artillería. «Habría que poner un cartel bien grande que dijera ‘este monumento se está rehabilitando con el dinero recaudado por el Real Alcázar’».
La promoción es vital porque, según remarca De Medina, el turismo «ha tocado techo» y se avecinan tiempos menos boyantes. «Están viniendo otro tipo de turistas, como los asiáticos, los árabes y los estadounidenses. Por tanto, a esos destinos lejanos hay que llevar una promoción diferente». El destino Sevilla parece que está dando buenos resultados ahora, pero «las modas van y vienen».
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