Sociedad

Pemán y la cosa

Kichi lo defendió como parte de la idiosincrasia local pero ha decidido que sobra en las calles de Cádiz

La placa del escritor José María Pemán ha sido retirada de las calles de Cádiz
La placa del escritor José María Pemán ha sido retirada de las calles de CádizlarazonEFE

Hace unos años, en el pico de la crisis económica, por toda la geografía española, pero muy especialmente al sur de Despeñaperros, se hicieron muy famosos en los bares más costumbristas (me permito la aclaración ante la invasión desenfrenada de gastrobares y tasquitas de importación) unos cartelitos que, junto a la clasiquísima advertencia «Hoy no se fía, mañana sí», rezaba «Prohibido hablar de la cosa». La cosa por aquel entonces era la crisis, ese mal despertar del sueño inmobiliario y de los créditos a cuenta que todavía andamos pagando. Aparte de las consecuencias en los mercados internacionales ya estudiadas, la cosa arrasó las economías de subsistencia y muchos entornos familiares donde los pim pam pum de la política se las traía floja. Suficiente tenían con lo suyo. Mientras los líderes de los principales partidos políticos jugaban al regate corto, las cuitas de estas familias pasaban fundamentalmente por sortear las miserias diarias, recomponer la economía doméstica y seguir peleando por un futuro arrebatado. La política, nos decían los analistas, quedaba lejos de sus prioridades, no digo ya el discurso de la memoria histórica.

Haciendo un ejercicio de resumen importante, que es lo que me da lugar en estas líneas, se dijo entonces que a esta pobre gente –decenas de miles– no les interesaba la política, se deducía leyendo las estadísticas. Y en estas que llegó la ultraderecha populista representada en nuestro país por las siglas de VOX y se metió a un buen puñado de todos ellos en el bolsillo. Su mensaje simple, con pegada, que anula cualquier matiz y espacio al análisis, ha tenido su traducción en los 52 diputados que campan a sus anchas en el Congreso a día de hoy. A que llegaran allí ayudaron con paladas de cortoplacismo, tacticismo e irresponsabilidad el resto de partidos de la cámara. Entre los múltiples temas que se escupieron unos a otros fue el del revisionismo histórico y el despertar de los bandos guerracivilistas en las conversaciones familiares y de amigos. Extirpar del callejero público cualquier referencia a los nombres principales del Alzamiento y la dictadura fue una de las medidas esgrimidas por la izquierda a los que la derecha respondió con ademanes sobreactuados. La publicidad, sabemos bien, es el gran gancho del discurso victimista que siempre ha ejercitado con éxito esta izquierda llorona que maneja los medios de comunicación a su antojo.

Justo antes de que se decretara el estado de alarma por el coronavirus, aparte de hablar de las consecuencias y alcance de esta crisis sanitaria sin precedentes –la cosa por excelencia, obviamente–, en Cádiz se discutía, con la guasa que es propia de las barras de bares y colmaos de la Tacita de Plata, de otra cosa. Ese otro tema recurrente era la decisión del alcalde de Cádiz de retirar el busto de José María Pemán de su casa natal, la placa de la fachada y su nombre al Teatro de Verano, cerrado por obras, del bellísimo Parque Genovés en virtud de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica. Un movimiento que choca de manera frontal con lo defendido en 2015 por Kichi apenas unas semanas después de llegar a la Alcaldía, cuando irritó –y mucho– a sus colegas podemitas por una declaración que no dejaba lugar a los dobles sentidos: «Pemán ha sido y será una de las figuras indelebles de las letras gaditanas·. Le faltó decir que sus padres le habían bautizado José María en honor al prolífico poeta, periodista y dramaturgo gaditano. La ciudadanía, vino a decir, tiene otras preocupaciones que atender antes que cambiar nombres en la ciudad, caso del de Pemán de los espacios señalados o el Ramón de Carranza del estadio en el que juega el equipo de mis amores, que cantaba Manolito Santander. Iniciado ya su segundo mandato y comodísimo en el sillón de terciopelo de regidor municipal, Kichi ha decidido ahora invertir las prioridades de los gaditanos y retirar los honores a Pemán. Ante la polémica suscitada en la ciudad, Martín Vila, teniente de alcalde del Ayuntamiento y responsable del área de Memoria Histórica, ha salido al paso alegando que «el gobierno municipal tiene muchos retos en su gestión y éste (cumplir la Ley de Memoria Histórica) es una parte más del día a día. Rechazamos la caricatura de quienes nos acusan de trabajar sólo para retirar bustos». Caricatura dice. A mí es que me da la risa: qué cosa es que se elimine de un zarpazo de la memoria de la ciudad a Pemán, nombre mayúsculo para la cultura andaluza pero, sobre todo, una de las personalidades fundamentales para la conformación de la idiosincrasia y el paisanaje gaditano a través de una obra inabarcable y universal y mantengamos en las calles de media España, con placas y glorias, el nombre de Dolores Ibárruri La Pasionaria, una de las figuras más sanguinarias y malignas que nos legó la Guerra, la mujer que segó, no lo olvidemos, la vida de decenas y decenas de camaradas de partido. Será que la cosa de la memoria histórica va de bandos y no de prioridades.