Opinión
Los Ruinas
Son tiempos de hambre e ingenio y los cómicos viven desde hace tiempo en la UVI
Cada vez respeto más a los cómicos que en tiempos como estos nos hacen reír, tanto que tendría clarísimo a quienes salvaría y a quién no en caso de emergencia: a ellos primero. Paco Calavera y Pepe Céspedes son dos elementos subversivos que hacen de las suyas desde la emisora de Onda Cero Almería. Su director, Paco Espinar, es un santo varón por saber torear a estos individuos y dejarles perpetrar una barbaridad que suena como un soplo de aire fresco en la radio.
Con todo lo que está cayéndonos encima, en plena pandemia… ¡Toma dos tortas, María!, a estos locos les dio por poner en marcha «Gente de Almería», un espacio de humor mordaz, que se mete de lleno en lo local y le arrea por igual a noticias nacionales e internacionales.
Lo bueno de estos «satélites», ayudados por Juan Antonio Manzano y Álex Fernández, es el ingenio que se gastan para aplicar guasa muy inteligente con una buena dosis de mala leche. Son tiempos de hambre e ingenio. Los cómicos y monologuistas viven desde hace tiempo en la UVI.
La pandemia los tiene tiritando aunque estemos a 40 grados. Su situación es penosa pero se habla poco de ellos, tampoco son tantos, pensarán algunos, pero si vas sumando, el número no es moco de pavo… y ojo con los que no han logrado apañarse una huchita, que la cosa se pone malita; sin ocio ni lugares donde actuar ya me contarás.
Al menos nos salva la radio, una vez más, con gente como «Los Ruinas» (así también se hacen llamar Céspedes y Calavera), y también los tengo en el «No Son Horas» de la cadena Onda Cero para toda España.
En su espacio saben reírse de sí mismos, con secciones de todo tipo y especialmente de los «anuncios», verdaderos y falsos, entre los que me quedo con la mala baba y cachondeo de las cuñas del Bar Mundial 82, cuyos dueños son unos jetas, que entre críticas políticas, le suman una papelería a su establecimiento, para evitar molestos toques de queda, y gracias a la que puedes comprarte un vaso de lápices al güisqui, folios de cerveza y bolígrafos con carajillo… ¡La madre que los trajo!
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