Opinión

Los Ruinas

Son tiempos de hambre e ingenio y los cómicos viven desde hace tiempo en la UVI

Homenaje al humorista argentino Quino, fallecido el año pasado, que resume la situación actual del gremio de cómicos
Homenaje al humorista argentino Quino, fallecido el año pasado, que resume la situación actual del gremio de cómicosAlberto MoranteEFE

Cada vez respeto más a los cómicos que en tiempos como estos nos hacen reír, tanto que tendría clarísimo a quienes salvaría y a quién no en caso de emergencia: a ellos primero. Paco Calavera y Pepe Céspedes son dos elementos subversivos que hacen de las suyas desde la emisora de Onda Cero Almería. Su director, Paco Espinar, es un santo varón por saber torear a estos individuos y dejarles perpetrar una barbaridad que suena como un soplo de aire fresco en la radio.

Con todo lo que está cayéndonos encima, en plena pandemia… ¡Toma dos tortas, María!, a estos locos les dio por poner en marcha «Gente de Almería», un espacio de humor mordaz, que se mete de lleno en lo local y le arrea por igual a noticias nacionales e internacionales.

Lo bueno de estos «satélites», ayudados por Juan Antonio Manzano y Álex Fernández, es el ingenio que se gastan para aplicar guasa muy inteligente con una buena dosis de mala leche. Son tiempos de hambre e ingenio. Los cómicos y monologuistas viven desde hace tiempo en la UVI.

La pandemia los tiene tiritando aunque estemos a 40 grados. Su situación es penosa pero se habla poco de ellos, tampoco son tantos, pensarán algunos, pero si vas sumando, el número no es moco de pavo… y ojo con los que no han logrado apañarse una huchita, que la cosa se pone malita; sin ocio ni lugares donde actuar ya me contarás.

Al menos nos salva la radio, una vez más, con gente como «Los Ruinas» (así también se hacen llamar Céspedes y Calavera), y también los tengo en el «No Son Horas» de la cadena Onda Cero para toda España.

En su espacio saben reírse de sí mismos, con secciones de todo tipo y especialmente de los «anuncios», verdaderos y falsos, entre los que me quedo con la mala baba y cachondeo de las cuñas del Bar Mundial 82, cuyos dueños son unos jetas, que entre críticas políticas, le suman una papelería a su establecimiento, para evitar molestos toques de queda, y gracias a la que puedes comprarte un vaso de lápices al güisqui, folios de cerveza y bolígrafos con carajillo… ¡La madre que los trajo!