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Encuesta

Las nuevas familias andaluzas: más de una pareja y una red social de apoyo propia

La mitad de los abuelos ha dado dinero a familiares ante la falta de ayudas públicas. Junto al círculo de amigos constituyen el sostén básico en las crisis

El modelo de familia hegemónica, de un matrimonio con sus hijos, ha dado paso a múltiples formas desde a reagrupación familiar a las parejas sin descendencia
El modelo de familia hegemónica, de un matrimonio con sus hijos, ha dado paso a múltiples formas desde a reagrupación familiar a las parejas sin descendenciaKiko HurtadoLa Razón

La familia como institución no está en peligro, al contrario, sigue erigiéndose como pieza fundamental de la estructura social, pero su composición ha dejado de responder exclusivamente a la de un matrimonio de mujer y hombre con hijos en común. Así lo confirma «La realidad familiar en Andalucía 2021», publicada en abril por el Centro de Estudios Andaluces (Centra), la primera encuesta en la que se pregunta a la población andaluza sobre opiniones, actitudes y comportamientos de su vida familiar y privada, para dar a conocer su evolución en un momento de profundas trasformaciones..

La encuesta aborda la realidad familiar en términos cuantitativos y emocionales y uno de los principales rasgos que destaca es «el intenso cambio de valores» traducido en la normalización «de relaciones y formas de vida familiar que habían estado ocultas en épocas anteriores». En este sentido apunta a «significativos niveles de tolerancia y libertad» respecto a la cohabitación de parejas no casadas oficialmente, a tener hijos fuera del matrimonio, la aceptación del divorcio, la monoparentalidad, la adopción por parte de parejas homosexuales –un 80% lo admite– e incluso a la libertad para no tener hijos –un 79%–. Resalta las nuevas formas de pareja: sin convivencia, la pareja abierta —con un 12 % de andaluces a favor—, y sobre todo la poliamorosa (29 %) con un importante grado de aceptación en los jóvenes (43 %). Resalta, por llamativo, que el 62 % de los encuestados considera que los animales domésticos deben considerarse como miembros de la familia.

La cultura arraigada en Andalucía, según este estudio, concede a la familia el «deber de prestar ayuda a sus miembros en caso de necesidad, por encima de los servicios sociales públicos o del mercado». Esto motiva que los andaluces dispongan de «una importante red informal de apoyo, a veces invisible» compuesta de media por más de tres familiares y dos amigos y que son «fundamentales para la cohesión social» cuando se presentan dificultades externas y el Estado no presta la ayuda esperada. «Nuestro país, pese a la importancia de la familia en todas las esferas de nuestra vida social, no ha impulsado políticas públicas explícitas en favor de la familia, ni ha colocado a ésta en el centro de las intervenciones sociales, pero ello no significa que estas ayudas no sean necesarias», concluye la encuesta. Los andaluces consideran que existen tres grupos de colectivos que deberían ser prioritarios en estas políticas familiares: las personas mayores que viven solas (23%), las familias numerosas (20%) y las de personas que no pueden valerse por sí mismas (20 %).

En cuanto al impacto de la pandemia de la covid-19, desvela que ha afectado sobre todo a la economía de las familias, empeorando la situación de un 40 %, principalmente la de los jóvenes de entre 18 y 34 años. Sin embargo, no ha tenido efecto en los deseos de tener hijos/as o nietos/as (71 %) y, pese a las adversidades, se prevé un pequeño «baby boom». En lo positivo, el coronavirus ha mejorado la implicación en las tareas domésticas (21%) y la comunicación familiar (30%).

Otra de las cuestiones «originales» reveladas es la forma en la que se estructuran los proyectos de vida en pareja: un 57% afirma haber tenido una única relación de pareja estable, un 23 % dos relaciones y tan solo un 16 % tres o más. Para el 96,6 % ha sido una relación heterosexual y para un 3,4 % homosexual. Los datos señalan que los andaluces, en general, valoran de forma negativa las consecuencias que tendrían la ruptura de su relación porque el bienestar de sus hijos y su situación económica empeoraría (45% y 41%, respectivamente).

El estudio «bucea» en el interior de los hogares y cita «aspectos aparentemente irrelevantes» que son importantes para conocer cómo se estructuran estas relaciones. Por ejemplo, desvela que siete de cada diez parejas reconocen darse un beso antes de dormir (69 %), se abrazan (69 %) y un 58 % se dice «te quiero» todos los días. También confirma la persistencia de «importantes diferencias en el reparto de tareas domésticas», que siguen recayendo sobre las mujeres, reproduciendo roles tradicionales, con un progresivo cambio en función de la edad encaminado al reparto equitativo de tareas, pero nunca a que los hombres las asuman íntegramente.

En el análisis de la dinámica familiar, se detiene en un aspecto del que apenas se tenía información: el efecto de las herencias sobre las relaciones familiares. Los resultados arrojan que un 10% tuvo un distanciamiento con alguno o todos sus familiares a partir de la herencia, e incluso en un 9% de casos se llegó a la ruptura. Los efectos negativos son mayores cuando las personas que las reciben son más jóvenes. Cuando se buscan razones al porqué en la actualidad no se tienen hijos, los datos son muy esclarecedores sobre la dificultad económica a la que se enfrentan las jóvenes generaciones respecto a sus padres y abuelos. Precisamente los abuelos y abuelas juegan «un papel fundamental como elemento instrumental» para las nuevas generaciones: al 47 % le han ayudado con las tareas domésticas, un 45 % ha recibido de ellos ayuda económica y el 36% apoyo con el cuidado de los nietos.

Este completo diagnóstico, según concluyen sus responsables, debe servir a los gobiernos para la toma de decisiones que respalden el mantenimiento de la familia y su reconocimiento como un activo «invisible que no se debe minusvalorar».