"Menú del día"
En el Planeta Sánchez
“En ese mundo maravilloso las ministras de justicia pueden ser fiscales generales del estado”
En el Planeta Sánchez sus habitantes, los sanchitas, viven más felices que en Felizonia, la tierra prometida de los movimientarios. Planchan, cocinan y hacen la colada a partir de las doce de la noche porque han recibido mucha pedagogía. Durante el día son solidarios y progresistas y ponen la democracia por encima de todo. Por eso cuando nos les gustan las sentencias de los jueces los pasan por encima o los cambian. Pero sin enfados porque en el Planeta Sánchez no caben la venganza ni la revancha que es lo que saben que persigue ese sospechosillo entramado judicial. Los sanchitas son magnánimos y eso les lleva a indultar con bondad incluso a aquellos que amenazan con perturbar la pax sanchiana con nuevas independencias, aunque bien saben en ese planeta que las declaraciones se las hacen a otros partidos y no al estado o a los españoles.
En ese mundo maravilloso las ministras de justicia pueden ser fiscales generales del estado, las de trabajo tomarse un día libre en plena negociación de los ERTE de los que dependen medio millón de personas, las de exteriores hacerlo todo hacia el interior como en la diplomacia secreta de Bismarck y las de igualdad entrar en directo en la tele en programas de cotilleo a defender su negociado. Porque los sanchitas son muy feministas e igualitarios, aunque la luz cueste un 32% más cara que cuando gobernaba la malvada derecha liberal.
En el Planeta Sánchez los buenos aliados son aquellos que no condenan la violencia y reciben con aplausos a asesinos o los que se saltan la ley y la Constitución o los que se fugan. Por eso su lenguaje tiene muchas palabras que empiezan por ese prefijo: concordia, conciliación, conciencia. Y si hace falta comparan a los que escapan cobardemente como Puigdemont con los que pasaron 27 años en la cárcel bajo un régimen anti democrático como Mandela. Porque allí todos son buenos mientras sean progresistas. Y lo mejor es que este mundo no es un inalcanzable Aleph ni tampoco el etéreo Latrass de las Crónicas de las Lunas aunque vivir en él suponga un viaje cuántico incluso superior al de la patria fantástica de los latrassianos. No, en el Planeta Sánchez se puede habitar sin moverse de la Tierra. Basta con declararse sanchita, al estilo de la sahada, para comenzar a notar sus efectos. Así el recién planetizado comienza de inmediato a sentirse mejor y más inteligente que los que le rodean. Sabe que tiene la razón porque, una vez sanchificado, obtiene el súper poder del discernimiento.
Ahora puede separar a los buenos de los malos, que en el Planeta Sánchez se establecen en izquierda o derecha: derecha mal, izquierda bien. Si un sanchita detecta críticas, desviaciones o flojera a la hora de defender al amo echa mano de su don y lanza raudo la etiqueta de fascista, ya sea para políticos, periodistas o escritores, como quieren hacer con Ana Iris Simón. Aquel al que le caiga queda ya proscrito para siempre porque en un edén como ese no caben los que no siguen el dogma. Además cualquiera puede ser doctor, aunque copie la tesis, y para ser profesora de un máster no hace falta formación universitaria. Quién no quiere vivir allí en una plácida pardala progresista al igual que el sueño de los vencejos. Tampoco caben las disculpas ni las dimisiones en este increíble lugar. Si es por el bien del planeta la mentira también está aceptada.