Política
Susana Díaz acepta por fin la salida al Senado
La ex presidenta andaluza sigue sin desvelar si deja el Parlamento andaluz reacia a abandonar Sevilla
Año y medio, 18 meses con una pandemia por medio, ha transcurrido desde que Juan Espadas dio un paso al frente poniéndose «a disposición del partido» y Susana Díaz haya anunciado que se va al Senado. Entre medias, y sobre todo antes, ofrecimientos varios, como el de la Presidencia de la Cámara Alta, rechazados por la ex presidenta andaluza, aferrada a la «operación Vara», esto es, como el presidente extremeño, tratar de volver al poder tras perder el Gobierno autonómico. Díaz, como el último califa de Granada, Boabdil, negoció treguas para defender su bastión pero la consolidación de Juanma Moreno, la escasa oposición en el Parlamento de Andalucía, las guerras internas y la memoria del sanchismo –que no hace rehenes–, culminaron un proceso político semejante al de la fruta madura. La de la ex presidenta andaluza es una salida en diferido, más aún, si cabe, al no aclarar todavía si dejará el escaño en el Parlamento. En el PSOE dan por hecho que sí. La nueva senadora andaluza será elegida en el Pleno del 21 y 22 de julio y se incorporará a la Cámara Alta en septiembre, justo cuando se cumplirá un lustro de la «guerra civil» de Ferraz, los gritos, los empujones, los llantos, «la única autoridad soy yo» y la posterior defenestración, peregrinaje en Peugeot, primarias –«Tu problema no soy yo Pedro, tu problema eres tú»– y resurrección de Pedro Sánchez.
Paradójicamente, aquello que tanto ansiaba y prendió la mecha de su final al comenzar la batalla orgánica con una estrategia que el tiempo ha demostrado nefasta –dejar pasar los trenes esperando ser elegida por aclamación y rehusar enfrentarse en las primarias a Eduardo Madina, con la estratagema del candidato interpuesto de Sánchez– es ahora lo que la ha llevado a postergar su salida. Antes quería irse a Madrid, como meca del poder; y ahora Díaz no quería abandonar Sevilla, refugiada en el reducido grupúsculo de apoyo que le queda y su familia. En el comité director señaló que su «superpoder» son los «mensajes de Whatsapp cada mañana». Como el junco, Susana Díaz puede romperse pero no doblarse.
Ocho años ha estado Díaz al frente del PSOE-A. Hace seis años, en el arranque de la campaña electoral de las andaluzas, el partido nacional y la política en general miraban hacia ella como alternativa a Rajoy. Entonces la nombraban como «la sultana» y el PSOE parecía el Partido «Susanista» Obrero Español. Ahora es el Partido «Sanchista». Espadas pidió tiempo a Ferraz para procesar el cambio, evitar la gestora y también por corrección hacia quien lo apoyó como candidato a la Alcaldía de Sevilla frente a Gómez de Celis, enemigo íntimo de Díaz desde Juventudes Socialistas y ahora vicepresidente primero del Congreso. Díaz será nombrada senadora por designación autonómica en sustitución del gaditano Fernando López Gil, aunque la intención de Espadas es sustituir también a Miguel Ángel Vázquez y Marisa Bustinduy, según fuentes socialistas. Cuando desde el PSOE ya se deslizó la fumata blanca hacia el Senado, el entorno de Díaz aún aseguraba que «no ha aceptado nada de momento» y que «todavía tiene su escaño». Después, en el Debate del Estado de la Comunidad, hizo un posado con Moreno, que la propia presidenta del Parlamento calificó –se dejó el micro abierto– de «postureo». LA RAZÓN ya adelantó el 27 de junio que Susana Díaz sería senadora porque para Ferraz «es la salida más limpia y expeditiva». «No me arrepiento de nada de lo que he hecho porque todo lo he hecho con convicción. Hoy, mañana y siempre estaré donde quiera mi partido porque sois mi familia», señaló ante el comité director. El fin de la Guerra de Granada culminó la llamada Reconquista, dibujando la leyenda a Boabdil marchando y a su madre, la Sultana Aixa, diciéndole «Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre». Díaz ha sufrido en el último lustro pero todavía se marcha con la esperanza de poder volver. En el comité director del PSOE-A también anunció, con Espadas a su espalda: «Seguiré rebelde y peleona».
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