"Méritos e infamias"

Canguelo en el Estrecho

“Cada guiño que desde España se le haga al Frente Polisario sienta como un grano en el culo al Gobierno de Rabat”

Los pescadores están pendientes del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y de las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos
Los pescadores están pendientes del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y de las relaciones diplomáticas entre España y Marruecoslarazon

Aún está calentito el golpe en la mesa de nuestros vecinos de Marruecos. Cada gesto, cada guiño que desde España se le haga al Frente Polisario sienta como un grano en el culo al Gobierno de Rabat. Es así desde hace siglos, porque nuestras relaciones se basan en la tensión. En cierto modo, puede que sea la única manera de entendernos, porque no nos queremos por muchas trampas que nos hagamos en los salones de la diplomacia. Contaba un viejo soldado moro, de los de las tropas de Franco, que se vino a hacer la guerra no porque le diera repulsión la II República, ni por la Cruzada, ni otras leches ibéricas. Lo hizo únicamente porque iba a «matar españoles», que fueron los que le jodieron cuando era un crío en el Rif. Nada nuevo bajo el sol: teníamos a Brahim Ghali encamado y se azuzó a miles de personas para que saltaran la valla, ecuación bien simple. El cabreo colea y se enconará después de que la justicia europea se haya cargado los acuerdos de pesca y comercio para darle la razón al Frente Polisario. En el mejor momento, como siempre. Entre si hay o no moratoria nos empieza a entrar el canguelo porque además de un problema con nuestro «socio estratégico», en la flota andaluza ya tiritan ante una nueva crisis pesquera que puede obligar al amarre de los barcos indefinidamente. Los pescadores saben bien cómo se las gasta el moro cuando el viento no va en dirección a La Meca. Si el Consejo de la UE no se pone las pilas y recurre la sentencia se puede quedar en pañales la llegada de las 10.000 personas que se colaron en Ceuta mientras en Logroño le dábamos oxígeno a Ghali. Ahora el aire se lo insuflan los jueces de Luxemburgo, plácidos entre los dorados de viñedos de uva riesling, que no saben lo gris que se pone el cielo en Tarifa, Barbate, Ceuta y Melilla, los dos lados de la trinchera del Estrecho, cuando al moro le da por abrir y cerrar el grifo.