José Lugo

Un terremoto llamado Juanma

La contundencia con la que el Partido Popular ganó las elecciones en Andalucía deja pocas dudas para atisbar qué camino recorrerá en los próximos meses la política nacional

Juanma Moreno tras conocer los resultados de las elecciones
Juanma Moreno tras conocer los resultados de las eleccionesKikoKiko Hurtado

La contundencia con la que el Partido Popular ganó anoche las elecciones en Andalucía deja pocas dudas para atisbar qué camino recorrerá en los próximos meses la política nacional. En un primer análisis, queda bien claro que desde que en 2018 Juanma Moreno consiguió los peores resultados para su partido no ha hecho más que crecer, crecer y crecer hasta el punto de que los 58 diputados obtenidos ayer le dejan muy lejos de aquellos 26 de hace cuatro años y también podemos decir que en las antípodas del PP-A que entonces lideraba. Y es así porque de aquella noche en la que esperaban a Moreno Bonilla con los cuchillos afilados en Madrid a ésta de la consolidación de la derecha en San Telmo el partido se ha dado la vuelta como un calcetín y arrollando al PSOE, que no sólo no ha logrado devolver su ‘status quo’ de casi 40 años de gobierno socialista, sino que además ha quedado por debajo de lo que consiguió Susana Díaz.

Aún es pronto para calibrar un terremoto, esto sí es Historia para los andaluces, de esta magnitud, pero aclara bastante que hay un cambio de tendencia no sólo como reconocimiento a la gestión del llamado «Gobierno del cambio», sino como llamada de atención a Pedro Sánchez. Nadie ha dudado desde que se convocaron los comicios que en el Sur se jugaba también una suerte de «reconquista» para sacar al presidente de la Moncloa. Así desde luego lo entendió en su momento la dirección nacional del PP, que tanto en Castilla como en Madrid comenzó un movimiento de aproximación que debe tener su réplica en las próximas municipales.

Este discurso, de movilización ante el desastre del Ejecutivo central, se ha reflejado en un trasvase de votos del PSOE al PP, que ha castigado a Juan Espadas. El desconocido candidato que dejó la alcaldía de Sevilla para tratar de levantar una marca muy castigada por el escándalo de la corrupción de los ERE, que no pudo alejarse de Sánchez todo lo que quiso.

Esta sería una primera explicación, la del voto de castigo, pero no hay que olvidar tampoco la malísima campaña que VOX realizó, gracias a una candidata paracaidista que no supo conectar con la sensibilidad andaluza, mucho menos radicalizada y complaciente con un discurso tan bronco como el planteado por Macarena Olona. Parece que la estrategia no salió bien y ahora palpamos un retroceso importante, aunque sean la tercera fuerza en número de votos. El panorama es bien distinto ante un Partido Popular con mayoría absoluta que no tendrá que mirar a nadie para sacar adelante sus proyectos.

Sin poder, cabe preguntarse cómo será su actividad como parlamentaria y cuánto tiempo permanecerá en su escaño. Cuatro años pueden hacerse muy largos y tediosos cuando enfrente hay un verdadero rodillo.