"El bloc"
Violencia vicaria
“Todo «Observatorio», «Instituto», «Chiringuito» o «Cuevadealibabá» público incluyó en su estadística sólo los cometidos por hombres”
La algecireña Paola, cuya profesión no es relevante en este caso pese al asqueroso empeño de la progrez en destacarla, se suicidó el jueves en Quintanar del Rey (Cuenca) después de asesinar a sus hijas de 9 y 11 años, de cuyo padre tramitaban los tribunales una separación nada amistosa. Pese a haberse decretado secreto del sumario, las evidencias apuntan a un clásico caso de «violencia vicaria» (según acuñación de la psicóloga Sonia Vaccaro), esto es, victimar al progenitor no sobre el propio cuerpo, sino con el mayor dolor imaginable: la muerte del hijo. El más contra natura de todos recibe el nombre de filicidio y cada reedición debería horadar un poquito la mollera pedernal del feminismo más sectario: diecisiete se produjeron en España en 2021 y diez fueron a cargo de mujeres, computación que debemos a la minuciosidad de varios periodistas, ya que todo «Observatorio», «Instituto», «Chiringuito» o «Cuevadealibabá» público incluyó en su estadística sólo los cometidos por hombres. Un somero googleo nos revela que, sólo en 2022, deben añadirse al menos en este luctuoso listado a una cría de 6 años en Gijón a un bebé de menos de 2 en Alicante. Ninguno de estos casos merece la atención mediática detallada de cuando el degenerado no es degenerada, pero del periodismo poca ecuanimidad se espera a estas alturas. Si cabría esperarla, y aun exigirla, a una legislación que sencillamente ignora la posibilidad de que un padre pueda sufrir violencia vicaria. Lo que, por consiguiente, le impide acceder a los programas de ayuda destinados a paliar su drama en lo emocional, si esto fuera posible, y en lo económico. Más que preguntarnos por qué complicarse tanto en un asunto tan simple, la cuestión sería: ¿Cómo es posible ser tan jodidamente cerril ante estos dramas?
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