Radiografía

Narcotráfico en Cádiz: «Están utilizando hasta armamento militar»

La Asociación Unificada de Guardias Civiles denuncia que el narcotráfico en Cádiz se extiende y «afecta a toda la provincia»

Operativo antidroga en Trebujena (Cádiz)
Operativo antidroga en Trebujena (Cádiz)Efe/Guardia Civil

Muy al contrario de lo que, quizás, se podría esperar o cuando menos confiar, el verano ha vuelto a ser una época difícil y complicada para los agentes de la Guardia Civil, muy en especial para quienes combaten de una forma más directa el narcotráfico y la inmigración ilegal en la provincia de Cádiz y, más en concreto, en su costa.

«Han llegado al punto de utilizar hasta armamento militar (en referencia a los narcos) y, con ello, las situaciones de peligrosidad a la que se enfrentan los agentes van a más. Con todo ello, lo más triste es que ya no sabemos cómo decirlo para que se tome consciencia de lo que se está viviendo y sufriendo y, lo más importante, se actúe en consecuencia», apunta María del Carmen Villanueva, secretaria general provincial de la Asociación Unificada de Guardias Civiles.

Villanueva, muy en concreto, se refiere al disparo a bocajarro sufrido por un agente de la Guardia Civil días atrás (río Guadalquivir) cuando tomaba parte en el operativo que logró abortar un alijo de más de 3.370 kilos de hachís a la altura de Trebujena.

Estos hechos ocurrieron durante la madrugada del pasado día 25 de agosto. El momento crítico de la operación se vivió a la altura de Trebujena, cuando se produjo un ataque sorpresivo con arma de fuego a un vehículo oficial en el que uno de los agentes sufrió un disparo a bocajarro con una escopeta de caza que le produjo lesiones en la mano.

«Lamentablemente», apunta, «siempre esperan a que suceda una desgracia; nunca se pone remedio antes». Episodios de extrema violencia que, como se ha visto este verano, no están sujetos a treguas y «pueden suceder en cualquier momento del año».

«Este verano», subraya, «ha sido igual que siempre, más de lo mismo. Es verdad que se han intervenido muchos alijos e incautado mucha droga, pero lo que no sabemos es la droga que ha entrado, esa no se contabiliza. O sea, sabemos los alijos que se cogen, pero nunca los que pasan».

«No lo podemos saber con exactitud», añade, «pero es evidente que entran grandes cantidades y, como decimos siempre, existe una evidente falta de personal y medios». La secretaria general provincial de la AUGC lamenta que este escenario en el que operan los agentes de la Guardia Civil «se haya casi normalizado y aceptado como tal».

«Desde el Gobierno», recuerda, «nos prometieron que en 2022 la Zona de Especial Singularidad iba a ser una realidad y, lo malo no es que no ha sido así, lo peor es que esta situación de singularidad se ha extendido».

«Antes, el Campo de Gibraltar era como la zona cero, pero ya no es el caso. Ahora, el litoral gaditano está todo exactamente igual», haciendo referencia a lo que sucedió en Sanlúcar y lo que «ocurre en zonas como Chiclana o Barbate».

«Tanto es así», añade, «que, si ahora se pone en marcha la Zona de Especial Singularidad solo para el Campo de Gibraltar, sería como vestir a un santo para desvestir a otro», lamenta.

«Si viene al Campo de Gibraltar», aclara, «bendita sea, pero ya no es la solución. Ahora, la verdadera solución sería declarar Zona de Especial Singularidad a toda la provincia, porque se pone tanto ahínco en reforzar la costa de Cádiz, que el interior está desolado y los campos de marihuana en los pueblos de la sierra se están convirtiendo en habituales».

"Motos-pateras", más en Almería

Muy diferente ha sido este verano el fenómeno, masivo el pasado, del transporte ilegal de inmigrantes por aguas de la costa de Cádiz por medio de motos acuáticas o «motos-pateras», que ha perdido fuerza.

«Aquí este fenómeno ha sido menor este verano. Las noticias que tenemos a través de nuestros compañeros de Almería es que en aquella zona están desbordados», indica. Cabe destacar que este modo de transporte ilegal de personas, además de complicar la tarea de los agentes, pone en peligro la vida de los inmigrantes. Como se ha comprobado, si los pilotos de las motos divisan una patrullera cerca, no dudan en arrojarlos a muchos metros de tierra.