Opinión | Méritos e infamias

Espadas, tragasapos

"No sé cómo se lo va a montar el exalcalde de Sevilla para justificar que un señor en Gerona vale más que uno en Cádiz"

El secretario general del PSOE-A, Juan Espadas
El secretario general del PSOE-A, Juan EspadasEPEP

Pedro Sánchez juega una extraña partida de ajedrez. Mueve fichas y frena el tiempo, mientras visualiza el tablero a la espera de la próxima jugada, aunque no tiene claro quién es su contrincante. A veces al otro lado del tablero se sientan los jueces que condenaron a los amigos de Puigdemont, otras los líderes del PP o su propio partido y siempre los españoles, que saben ya que son los que seguro que pierden la partida. Los curritos de la calle tenemos claro que el jaque mate nos caerá encima más tarde que pronto y que tendremos que pagarle al presidente la broma. Porque el pacto con los de Junts no se queda sólo en una bajada de pantalones a la catalana: con dinero de por medio. Bolaños y Montero, ministros del reino, ya han quedado retratados como lo que son. Uno con el ex convicto Junqueras y otra tragándose sus palabras como si yo me comiera una buena torta de polvorón de las que venden en Sanlúcar. Engollipado pero contento, contenta en este caso que se me ponen contentes. Lo que no me explico, con esto de comerse algo, es cómo debe estar sentándole el sapo de los 15.000 millones que le perdona Sánchez a sus amigos catalanes. Qué buenos colegas que te tratan como si fueras la víctima de un secuestro, por cierto. No sé cómo se lo va a montar el exalcalde de Sevilla, digo, para justificar que un señor en Gerona vale más que uno en Cádiz y que encima le aplaudan al buen hombre por dejarnos a los pies de los CDR. Porque además del dinero, en el pacto con ERC se certifica que hay una España de primera y otra de clase turista, como ya denunció la presidenta de Extremadura. Espadas tras varias derrotas no es más que un cargo amortizado dentro de un PSOE tendente a la atomización una vez que se consagre la felonía de Sánchez y no se entiende cómo este hombre cabal, soporta cada dos por tres tener que poner la cara para que se la rompan, a menos que con ello se juegue su futuro político. Que traducido es el cargazo institucional o el retiro en Bruselas.