Opinión | "Méritos e infamias"

La Faffe, gasolina para Vox

"Villén se hizo famoso cuando se conoció que pagaba prostíbulos con el dinero de la fundación que dirigía, supuestamente, para promover el empleo en Andalucía"

El ex director general de la antigua Faffe Fernando Villén, en los juzgados sevillanos / Foto: Efe
El ex director general de la antigua Faffe Fernando Villén, en los juzgados sevillanos / Foto: EfelarazonAgencia EFE

El apagón, además de dejarnos con las carnes abiertas, sirvió esta semana para que la imputación del hermano de Pedro Sánchez pasara de puntillas por la oscuridad mediática. Mira que se han hecho chistes sobre los enchufes y la falta de corriente cuando al hermanísimo le piden cuentas desde los tribunales por su actividad en la Diputación de Badajoz. Nada nuevo bajo el sol, sabiendo cómo los partidos, cuando tocan poder y moqueta, se convierten en un asilo para «amigos y familiares». A todos, no piensen que el PSOE sostiene la exclusiva, ni que todos los que trabajan en la Junta entraron porque eran «expertos en wordperfe». Pero lo que sí tenemos claro, o vemos con más luz ahora, es cómo en la Faffe se hincharon de ganar dinero muchos que pacían en el cerco del socialismo meridional durante sus mejores años de «trincamiento», como bien certificó la sentencia de la pieza política de los ERE con dos ex presidentes de la Junta condenados. Ahora la Audiencia de Sevilla hace lo mismo con Fernando Villén, quien movía los hilos de la Faffe, por contratar al ex alcalde de Lebrija, Antonio Torres. Villén se hizo famoso cuando se conoció que pagaba prostíbulos con el dinero de la fundación que dirigía, supuestamente, para promover el empleo en Andalucía. Y lo hacían, claro, fundamentalmente como Torres habitaba en los altares del partido y nadie preguntaba si iba a trabajar o no. El ex edil se embolsó más de 350.000 euros gracias a «su amistad y afinidad política» desde 2003. Los entrecomillados aparecen en la sentencia, que también indica que jamás puso un pie en la Faffe ni trabajó jamás. Nadie sabe por qué se le pagaron anualmente unos 40.000 euros hasta 2011 ni qué reportó su actividad al beneficio de los andaluces. Este viernes, los sesudos analistas de las tertulias radiofónicas criticaban que el líder de Vox, Santiago Abascal, insultara al presidente del Gobierno llamándole «capullo». Un insulto más bien soso y antiguo, la verdad, que no creo que haya herido la integridad de Sánchez. Los listos compañeros, en su charleta, se preguntaban cómo era posible el auge de la extrema derecha en España. Lo tienen delante de sus ojos y narices, nace cuando los partidos «tradicionales» decidieron que la Administración era su cortijo. Ahí se jodió la democracia y eso en 2025 es indefendible.