Política

Montero anima a un PSOE andaluz aletargado: «He venido a ganar»

La vicepresidenta reconoce el «trabajo inmenso» realizado por Juan Espadas y acusa al jefe del Ejecutivo andaluz de ser «incapaz de ejercer el autogobierno»

Expectación, ilusión y muchos gestos que visualizaban un cambio de rumbo. La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se comprometió con la militancia para liderar un PSOE andaluz en horas bajas. Desde que la formación perdió el timón de la Junta de Andalucía, el partido se ha ido desinflando electoralmente y apenas ha conseguido amarrar una capital andaluza –tras una reciente moción de censura–, dos diputaciones y un puñado de municipios. Pese a todo, Montero logró reunir en su puesta de largo a alcaldes, concejales, diputados en el Parlamento y cuadros intermedios del partido. Incluso estuvo presente el actual secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, que no dudó en acompañar a su sustituta dando así muestras de un relevo tranquilo y pilotado por Pedro Sánchez, que ha sacado a toda su artillería para dar la batalla en las comunidades autónomas.

«Vengo a ganar», proclamó Montero tras su aterrizaje en Andalucía, una tierra «a la que no vuelvo porque nunca me he marchado de ella». La vicepresidenta primera del Gobierno entró al hotel sevillano elegido para su presentación con música de Medina Azahara, de la mano de Espadas y arropada por decenas de militantes que la vitoreaban. Familias socialistas enfrentadas hasta ahora y que ven en Montero una líder capaz de hacer frente a un PP andaluz que ha ganado peso electoral y que gobierna la Junta con mayoría absoluta.

«Os podéis imaginar el nudo en la garganta que tengo. Este es el momento político más especial que he tenido, en mi tierra, en Andalucía», aseguró, el sitio «donde aprendí los valores y principios que han regido mi vida en lo social y en lo íntimo». Y enumeró esos valores: «Coherencia, honestidad, escuchar a la gente y sentirme interpelada por el dolor de los que más sufren». Ella no es una militante desde la juventud. De hecho, se afilió al partido cuando empezó a encadenar cargos en la Junta, en los gobiernos de Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz. En este sentido, señaló que «Andalucía ha sido y es mi escuela después de que muchos socialistas me enseñaran qué significaba el puño y la rosa». Por eso se afilió al PSOE, un partido que «es leal a los intereses de los trabajadores y no al de los poderosos». Consciente de las críticas internas por la gestión de Espadas, y de su liderazgo cada vez más cuestionado, Montero apeló a la unidad. «Lo que necesita esta tierra es un PSOE fuerte y unido, con ambición, proyecto y que cada militante sea capaz de defender los valores que nos unen».

El PSOE andaluz pasa de esta manera a la ofensiva, de un estilo moderado a uno bronco y con más decibelios. «Me duele la situación en la que el PP y Moreno Bonilla han convertido Andalucía, con esa incapacidad de ejercer el autogobierno», remarcó Montero, quien acusó al presidente de la Junta de no desarrollar «políticas que están refrendadas en el Estatuto de Autonomía». Montero hará oposición a Moreno desde la Moncloa y no ha aclarado todavía si dejará su cargo en el Ejecutivo central. No tiene escaño en el Parlamento andaluz, por lo que fiscalizará la labor del Gobierno andaluz en actos del partido. «Decimos que nos comprometemos con esta tierra y que estamos decididos a ganar las próximas elecciones autonómicas, porque las vamos a ganar», insistió.

En referencia a su predecesor, aseguró que es una persona «comprometida que se ha dejado la piel». «Reconozco el trabajo realizado por Juan Espadas. Ha hecho un trabajo inmenso», señaló antes de fundirse en un abrazo con él.

La sanidad es uno de los flancos más débiles del Ejecutivo de Moreno. Montero señaló esta vía de agua y afirmó que «hay mucha gente que no puede recibir atención sanitaria». Junto a ello, aseguró que «muchos familiares me llaman para preguntarme qué me tomo porque no pueden atenderme en el centro de salud», dijo.

También se refirió a las dificultades para acceder a un curso de FP y a la «capacidad y talento» de la comunidad autónoma, que no pueden estar ocultados por una «resignación disfrazada de falsa moderación». «Andalucía necesita atraer inversión y seguir la senda de la modernización», acabó.