Adiestramiento
Las unidades caninas de la Armada entrenan sus habilidades en Cádiz
Se trata del mayor ejercicio nacional de adiestramiento militar
Deslizarse en cuerdas por un edificio, seguir a un dron, montar en helicóptero o navegar en un buque son algunas de las habilidades que estos días entrenan en Cádiz los perros que forman parte de la Fuerza de Protección de la Armada, unos auténticos "atletas" que siguen sin problemas la disciplina militar. "La tecnología ha llegado de pleno también a esto, para conseguir que los perros de combate tengan más capacidades", explica a EFE Pedro Salas, instructor canino que colabora con la Fuerza de Protección de la Armada en el adiestramiento, con las últimas tendencias y técnicas, de sus unidades caninas en 'Canex 25', el mayor ejercicio nacional de adiestramiento militar de las unidades cinológicas de la Armada y uno de los mayores de Europa.
El ejercicio se desarrolla del 19 al 23 de mayo en instalaciones de la Armada de San Fernando, en la Base Naval de Rota y en el campo de adiestramiento de la sierra del Retín, en Barbate, y en él participan las diecinueve unidades caninas que pertenecen a la Fuerza de Protección de la Armada, el componente de la Fuerza de Infantería de Marina que se encarga de proteger a su personal, sus unidades, sus instalaciones y su material y de apoyar los cometidos de la Fuerza Naval en operaciones de seguridad marítima. Esta Fuerza mantiene un despliegue en Madrid, Bahía de Cádiz, Cartagena, Ferrol y las Palmas de Gran Canaria y cuenta entre sus componentes con diecinueve perros de seguridad y combate que residen en estas cinco unidades y que estos días se han desplazado a Cádiz para este entrenamiento especial.
"Son unos auténticos atletas", explica el comandante Francisco Ramón Sánchez Vidal, jefe de Operaciones del Tercio de Levante que lidera el ejercicio 'Canex 25', enfocado en "mejorar las prácticas y procedimientos de todas las unidades cinológicas de las fuerzas de Infantería de Marina. Estos atletas son perros de la raza belga malinois que pasan la primera etapa de su vida en el Centro de Cría Caballar de Ávila. Cuando se comprueba que cumplen las condiciones veterinarias, que no tienen riesgos de padecer enfermedades como la displasia, y que tienen aptitudes para el trabajo, pasan a hacer un curso de nueve meses de entrenamiento en el Centro Militar Canino del Ministerio de Defensa.
En este entrenamiento ya se vinculan con el miembro de la fuerza que será, ya para siempre, su guía. "Son una unidad indivisible, se forman como tal y se mantienen juntos toda la vida útil del perro, unos ocho años", cuenta el comandante. Después, tras un 'desentrenamiento', pasan sin problemas a tener una "segunda vida digna", en ocasiones adoptados por quienes han sido sus compañeros de trabajo. "Son un perro como cualquier otro", explica el adiestrador.
Sus misiones más habituales son de detección de sustancias y artefactos explosivos y de estupefacientes. Su entrenamiento "se basa todo en el juego, al final el perro lo que busca es su reforzador, su pelota, su juguete, su comida .... se trata de canalizar las capacidades que tiene a cambio de obtener lo que le gusta. No deja de ser un juego, dentro de un ambiente militar o policial, que puede parecer lo contrario", explica el adiestrador.
Su exposición a situaciones como escuchar una detonación, montar en helicóptero, estar en buques de la Armada o a otras situaciones se hace siempre a través de una habituación "progresiva". La tecnología ha permitido crear para ellos incluso cascos tácticos que, además de darles una protección visual o acústica, sirven para mantener una comunicación activa con su guía, que, a través de un walkie talkie, puede ir dirigiéndole hacia el objetivo. Es una de las innovaciones tecnológicas que se implementan estos días en este ejercicio que les preparará para un exitoso servicio militar.