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Perros

Los perros también se comunican: estas son sus formas de expresión más comunes

No es casualidad que la mirada de un perro nos enternezca: su rostro es el resultado de 33.000 años de evolución para comunicarse con los humanos y despertar nuestro instinto de protección

Amores perros Amores perros

No es fruto de la casualidad ni una simple interpretación humana. La capacidad de un perro para transmitir emociones con la mirada se ha forjado a lo largo de 33.000 años de evolución conjunta. Un estudio de la prestigiosa revista PNAS desveló que la anatomía facial de los canes se ha modelado, literalmente, para conectar con las personas, llegando a desarrollar un músculo específico para comunicarse que les permite levantar la parte interior de las cejas y provocar en nosotros un instinto de protección.

De hecho, más allá de ladridos o movimientos de cola, los perros despliegan todo un abanico de matices a través de su rostro. Sus expresiones no son aleatorias, sino que componen un auténtico lenguaje no verbal diseñado para hacerse entender. Aprender a interpretar estas señales es fundamental para garantizar su bienestar y para consolidar el lazo que nos une a ellos.

En este sentido, existen gestos que demuestran una confianza plena. Cuando un perro mantiene un contacto visual tranquilo y relajado o parpadea lentamente, está transmitiendo calma y seguridad, un gesto de profundo afecto que consolida el vínculo con su dueño. Esta comunicación positiva es la base de una convivencia saludable.

Un diccionario de gestos para entender a tu mascota

Por otro lado, hay que estar muy atentos a las señales que indican lo contrario. Unas orejas replegadas hacia atrás o pegadas al cráneo no son un gesto menor, sino una manifestación inequívoca de miedo. Si a esto se suma que el animal evita el contacto visual, el mensaje es claro: se siente inseguro o en una posición de sumisión y necesita espacio. Son comportamientos que delatan incomodidad.

Asimismo, la tensión también se manifiesta de formas muy visibles. Un perro que se lame el hocico de forma repetitiva sin que haya comida de por medio, o que frunce los labios enseñando los dientes, aunque sea sutilmente, está advirtiendo de su malestar. Del mismo modo, las arrugas en la frente o el ceño fruncido suelen ser un indicio de que algo le preocupa, mientras que el bostezo constante o un parpadeo excesivo son una clara manifestación de estrés.

En definitiva, observar el rostro de un perro es asomarse a su mundo interior. Comprender la diferencia entre una señal de calma y una advertencia de ansiedad es una responsabilidad que va más allá del simple afecto. Se trata de una herramienta clave para su cuidado y para fortalecer el vínculo único que durante milenios ha unido al ser humano con su más fiel compañero.