Asia

Princesa japonesa se casa con plebeyo, deja la familia real

La princesa japonesa Mako se casó con un plebeyo y perdió su condición real el martes, en una boda que ha dividido a la opinión pública

La princesa Mako y su esposo Kei Komuro
La princesa Mako y su esposo Kei KomuroNicolas Datiche / POOLAgencia EFE

(AP). La princesa japonesa Mako se casó con un plebeyo y perdió su condición real el martes, en una boda que ha dividido a la opinión pública tras un retraso de tres años provocado por una controversia financiera en torno a su nueva suegra.

El certificado de matrimonio de Mako y Kei Komuro fue presentado el martes por la mañana por un funcionario de palacio y ya era oficial, según la Agencia de la Casa Imperial.

Mako, que ya no forma parte de la familia real, adoptó el apellido de su esposo y se convirtió en Mako Komuro, la primera vez que ha tenido apellido. En la familia imperial japonesa, sólo los varones reciben un nombre familiar, mientras que las mujeres sólo tienen títulos y deben marcharse si se casan con plebeyos.

Este ejemplo de paternalismo de tiempos preguerra, que aún persiste en la familia imperial, se ve reflejado también en las políticas de género japonesas, que muchos tachan de anticuadas, como una ley que requiere que las parejas casadas utilicen sólo un apellido, casi siempre el del marido.

Los recién casados tenían previsto hacer declaraciones en una conferencia de prensa por la tarde, pero sólo darían respuestas escritas a las preguntas porque Mako había expresado temor e incomodidad sobre qué podría preguntarse, indicó la agencia.

Mako se está recuperando de lo que médicos del palacio describieron este mes como una forma de estrés postraumático que sufrió tras ver la cobertura mediática negativa sobre su matrimonio, especialmente los ataques a Komuro.

No habría banquete de bodas ni se celebraron otros rituales matrimoniales para la pareja. Su matrimonio no era celebrado por muchos, según la agencia.

Mako, que cumplió 30 años tres días antes del enlace, es sobrina del emperador Naruhito. Ella y Komuro eran compañeros de clase en la Universidad Internacional Cristiana de Tokio cuando anunciaron en septiembre de 2017 que pretendían casarse al año siguiente. Sin embargo, dos meses después surgió la disputa financiera y se suspendió la boda.

El conflicto giraba en torno a si un dinero que recibió la madre de Komuro de su exprometido había sido un préstamo o un regalo. El padre de Mako pidió a Komuro que aclarase el asunto y él escribió un comunicado defendiéndose, pero aún no estaba claro si la disputa se había resuelto por completo.

Komuro, de 30 años, se marchó a Nueva York en 2018 a estudiar derecho y no regresó a Japón hasta el mes pasado. Su pelo, largo y en una coleta, se percibió como una decisión osada para alguien que iba a casarse con una princesa en la tradicionalista familia imperial, y no hizo más que aumentar las críticas.

Mako también renunció a la dote de 140 millones de yenes (1,23 millones de dólares) a la que tenía derecho por abandonar la familia imperial, según funcionarios de palacio. Es la primera integrante de la familia imperial desde la II Guerra Mundial que no recibe el dinero al casarse con un plebeyo, y decidió hacerlo por las críticas por su boda con un hombre al que algunos consideraban inadecuado para la princesa.

Majo salió de palacio el martes por la mañana con un vestido azul claro y un ramo de flores. Ante la residencia familiar se inclinó ante sus padres, el príncipe heredero Akishino y la princesa heredera Kiko, y su hermana Kako, y después las hermanas se abrazaron.

Las normas de la casa imperial sólo permiten la sucesión masculina y requieren que las mujeres renuncien a su condición real cuando se casan con un plebeyo, lo que ha reducido el número de miembros de la familia y de herederos al trono.

Después de Naruhito, en la línea de sucesión sólo quedan Akishino y su hijo, el príncipe Hashito. Un comité de expertos nombrado por el gobierno estudia una sucesión estable de la monarquía, pero los conservadores aún rechazan la sucesión femenina o permitir que las mujeres lideren la familia imperial.