Delicias
Estos son los tres platos desconocidos asturianos que tienes que pedir en verano
Hay mundo más allá del cachopo y lo vas a descubrir en muchos lugares
El verano en Asturias no solo huele a salitre o hierba recién cortada. También huele a fiestas de prao con empanadas, bollos y tuppers repletos de manjares, a mesas largas entre amigos y a sabores que cuentan historias. Porque más allá del mediático cachopo, hay todo un universo de platos que solo los asturianos de verdad saben pedir. Esos que no siempre aparecen en los menús turísticos, pero que son pura esencia de esta tierra verde, marinera y montañosa.
Y sí, también soy para el verano. No hablamos de fabada ni de sidra (aunque nunca sobran), sino de esas recetas que aún se preparan como antes y que, con un poco de suerte, puedes probar si preguntas bien.
Una de esas joyas es la llámpara, también conocida como lapa. Este molusco de concha rugosa crece pegado a las rocas de las playas más salvajes y se recolecta a mano, como manda la tradición. Cocinadas en cazuela de barro, con cebolla, ajo y un generoso chorro de sidra, se sirven calientes, listas para acompañar con buen pan y, por supuesto, un culín de sidra fría. Comer llámparas es como morder el mar en estado puro, y pocos placeres hay tan veraniegos como ese.
En el interior, otra receta que sorprende es el pantrucu o emberzado, como lo llaman en algunos concejos. Este embutido casero, de raíces humildes, se elabora con harina de maíz, cebolla, tocino y sangre, todo envuelto en hojas de berza. Después se cuece lentamente, quedando tierno por dentro y con un sabor intenso, profundo. Es típico del oriente asturiano, sobre todo en zonas como Ribadesella, Colunga, Villaviciosa o Llanes. Quizá no lo veas en las cartas de los restaurantes más modernos, pero si lo encuentras, no dudes en probarlo: es Asturias en estado puro.
Y no podíamos cerrar este pequeño recorrido sin mencionar al chosco de Tineo, uno de esos productos que parecen inventados para reconfortar en días fríos, pero que también sabe de gloria en pleno verano. Un bocadillo de chosco es un manjar y lo mismo decimos de la empanada.
Se trata de un embutido curado con humo, elaborado con carne magra de cerdo adobada y embutida en tripa. Se sirve cocido, acompañado de patatas y verduras —repollo, berza, grelos— en una armonía de sabores que explica por qué tiene su propia Identificación Geográfica Protegida. Es primo del botillo leonés, pero con carácter propio, y una auténtica institución en la zona de Tineo.
Así que si este verano te animas a explorar Asturias más allá de lo típico, deja que tu paladar te guíe hacia esos platos que no hacen ruido, pero que hablan de generaciones enteras cocinando con paciencia y orgullo. Porque sí, hay vida después del cachopo, y es tan sabrosa como inesperada. Solo hay que saber mirar en el sitio adecuado.