Turismo
El pueblo marinero asturiano con unos maravillosos atardeceres que debes visitar este otoño
El paseo por el muelle y la zona del rompeolas es una maravilla para disfrutar de la puesta de sol
El otoño es, por su luz, la época del año más bonita para fotografiar atardeceres. Pero hay lugares, que ya son hermosos de por sí, que sacan su mejor versión en estos meses.
En el Occidente de Asturias, ya muy, muy cerca de Galicia, se encuentra un pueblo marinero que se convierte en postal en cada amanecer otoñal. Se trata de Tapia de Casariego y concretamente en su puerto o paseando por el espigón, también subiendo hasta el faro o en su playa, el visitante puede disfrutar de un experiencia maravillosa, con el Cantábrico en todo su esplendor, el sol escondiéndose poco a poco y una sensación de paz y serenidad que envuelve en este paisaje natural precioso por excelencia.
Las barcas atracan en el puerto a última hora, llegan de faenar, y en el puerto se respira la tranquilidad del otoño que nada tiene que ver con el bullicio del verano, cuando Tapia de Casariego es un hervidero de turistas y visitantes. En otoño no hay cola para cenar en los restaurantes y es, sin duda, la mejor época del año para conocer esta villa en todo su esplendor: sin prisas.
El puerto marinero tiene un encanto especial, enclavado en la parte baja del pueblo. Este puerto comenzó su actividad ya en época de los romanos y alcanzó su esplendor entre los siglos XVll y XVlll cuando su actividad se incrementó de forma exponencial por la caza de la ballena franca, una costumbre adquirida e importada desde el País Vasco. Para evitar que el pueblo de Tapia fuese atacado se colocaron dos cañones, con los que disparar en caso de ataque, para evitar que saqueasen la villa.
El puerto, tal y como se conoce hoy en día, es obra de dos tapiegos, que hicieron el diseño y a los que se les reconoce su labor en un placa ubicada, precisamente, en el paseo: Fernando Fernández Casariego y Fernando Pérez Casariego.
El primero fundó el concejo de Tapia de Casariego en 1863 y realizó obras de notable importancia para la villa como el murallón y diseñó la obra del puerto, que más tarde ejecutó su sobrino Fernando.
De aquellos diseños, la belleza del paseo. El muelle del Rocín, el Malecón o Rompeolas, el muelle de Fuera y el muelle de Tierra son los enclaves que se pueden recorrer y desde lo que se consiguen las fotos más bonitas del sol escondiéndose hasta el próximo día.
El puerto, que siempre ha sido el corazón de Tapia, sigue latiendo.
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