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Oxfam, el monstruo de la solidaridad

Oxfam, el monstruo de la solidaridad
Oxfam, el monstruo de la solidaridadlarazon

Por Carlos Navarro Ahicart

¡Sorpresa! Escándalo a nivel global porque altos cargos de Oxfam Intermon se aprovecharon de la situación de devastación en Haití tras el terremoto de 2010 para contratar prostitutas menores de edad que habían sido víctimas del desastre. Pero, ¿a qué viene tanta sorpresa? Los abusos de poder de los trabajadores de organizaciones como esta no son una novedad, y buena cuenta de ello han dado numerosos testigos de estas aberraciones y muchas otras en la mayoría de países en los que este tipo de ONG tiene presencia.

Pero centrémonos en lo que ha salido a la luz. La organización de Oxfam ha estado años encubriendo a los energúmenos depravados que han campado a sus anchas haciendo uso del dinero (solidario y público) destinado a ayudar a mejorar la situación en diversos países para su disfrute personal y la satisfacción de sus más oscuros deseos. Y eso no lo es todo: 87 escándalos sexuales más perpetrados por sus trabajadores han afectado a la organización en los últimos años. Si bien ya resulta repugnante e inmoral de por sí, es más chocante aún cuando estamos hablando de una organización que (en teoría) se creó para combatir la pobreza y la injusticia a nivel internacional. Una pobreza y una injusticia con las cuales se ha lucrado y a las que ha demostrado no estar combatiendo.

Oxfam se ha convertido en una verdadera máquina de hacer dinero a costa de vociferar contra el capitalismo y todos los efectos negativos que, según la organización, ha causado y sigue causando en los múltiples países en vías de desarrollo en los que está presente. Es un monstruo propagandístico de la izquierda cuyo único objetivo real es actuar como muro de contención contra el único sistema que puede permitir que un país pase del subdesarrollo al crecimiento económico y la creación de riqueza: ese capitalismo y ese libre mercado que tanto se esfuerzan en criticar.

Pero todo tiene un porqué: sin pobreza, no hay negocio. Sin países destruidos y devastados por el socialismo, las dictaduras o las catástrofes naturales, no hay Oxfam Intermon. Sin un lugar al que ir a fingir que se está avanzando en la recuperación de la población, no hay dinero del que aprovecharse ni orgías dignas de Calígula que organizar con las víctimas. A Oxfam le interesa que esos países sigan en los pozos en los que se encuentran y, por eso, mientras se siga delegando la misión de auxilio en organizaciones como esta no se registrará ningún progreso real en los mismos.

Eso lo sabe bien la izquierda, tanto la patria como la internacional. Por eso ningún execrable progresista de esos que narran lo abominable que es el sistema capitalista aparece condenando a Oxfam por sus acciones. Ni lo hará. Porque, en el fondo, están hechos de la misma y atroz pasta.

Es por ello que la situación exige medidas urgentes y severas. La ministra británica de Asuntos Exteriores, Penny Mordaunt, ya ha anunciado que el gobierno de Reino Unido cesará cualquier tipo de colaboración con Oxfam, lo cual implica, asimismo, retirar la financiación pública a la organización. Algo que también sopesa la Unión Europea y que cualquier país con un poco de altura de miras debería hacer. Cerrar el grifo de dinero público al monstruoso aparato de Oxfam es la única forma de evitar que la pedofilia institucionalizada impere allá donde se encuentre la entidad.