El desafío independentista

Borrell, los políticos presos y la nación catalana

Borrell, los políticos presos y la nación catalana
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La primera vez que recientemente Borrell me decepcionó fue durante la presentación en Madrid del libro de Teresa Freixes, 155. Los días que estremecieron a Cataluña, este mismo año. A pesar del ambiente festivo y amistoso de la presentación y de que estuve de acuerdo con casi todo lo que allí se dijo, lo cierto es que algún silencio fue clamoroso. En concreto, cuando Borrell señaló a los culpables de la situación que se vive en Cataluña y repartió responsabilidades entre la práctica totalidad del espectro político, señalando, menos mal, a los independentistas como principales culpables. Sin embargo, para mi sorpresa, Borrell no dijo ni media palabra en relación a la responsabilidad del PSOE y, en concreto, del PSC, cuando es, sin duda, uno de los principales responsables de la deriva nacionalista, por su condescendencia y afinidad e incluso complicidad con muchas de las políticas nacionalistas que se han venido aplicando en Cataluña durante los últimos años... y que nos han traído, finalmente, a la situación actual. La verdad es que esperaba un mínimo de autocrítica por parte de Borrell y esa actitud me decepcionó. Pedí la palabra para hacérselo saber pero no me la dieron.

Recientemente, Josep Borrell ha venido a decir que preferiría que los políticos independentistas presos estuvieran en la calle, porque tal cosa ayudaría al proceso de diálogo que el PSOE quiere abrir. No, obviamente, Josep Borrell no ha pedido abiertamente su libertad sino que ha mostrado su deseo de... deseo que ya conocíamos y que tanto despistado comparte. De hecho, sin ir más lejos, ya en la presentación del libro de Teresa Freixes, Borrell dijo eso mismo.

Al parecer, Borrell ha olvidado qué hicieron los políticos independentistas presos cuando estuvieron en libertad y ha debido de olvidar también que la ley es igual para todos. A Borrell habría que recordarle que los políticos independentistas presos han roto la convivencia en Cataluña y a punto han estado de provocar un derramamiento de sangre como consecuencia de su actitud rebelde y golpista. Quizás Josep Borrell piense que están a mejor recaudo los presos de poca monta que robaron una gallina o como consecuencia de trapicheos varios, pero a mí me parece de lo más grave hacer saltar una sociedad por los aires, pretender convertir a ciudadanos en extranjeros en su propia tierra o separar a unos ciudadanos de otros, vulnerando flagrantemente la ley que todos estamos obligados a cumplir y respetar. Borrell dice que los políticos independentistas presos serían de mayor utilidad en la calle... cuando resulta que fue cuando estuvieron en la calle cuando cometieron presuntamente todos los delitos. Por lo demás, yo también quiero creer en la paz mundial y en un mundo sin guerras, en un mundo sin cárceles y en cárceles sin presos... el asunto es que no nos queda otra que respetar y aplicar las leyes que nos hemos dado para protegernos de quienes son capaces de cualquier cosa.

Borrell ha dicho también en la BBC, en el marco de una conversación sobre el independentismo y a escasos días de la Diada Nacional de Cataluña, que Cataluña es una nación cultural, que es en lo que se basan muchos de los independentistas para reclamar el derecho a la secesión y romper así con el resto de España. “Como somos una nación cultural... tenemos derecho a tener un Estado propio”, y de ahí su dedicación con todos los medios a su alcance y durante largos años de pergeñar esa homogénea nación cultural (a través de impositivas políticas culturales y lingüísticas) que posteriormente le confiera supuestamente el derecho de secesión.

Nación cultural puede considerarse un determinado espacio geográfico que comparte una serie de rasgos sociológicos y culturales y, siendo esto así, es obvio que decenas de naciones culturales nos rodean y entre ellas se superponen, saltándose en algunos casos las fronteras regionales que nos hemos dado (porque no es lo mismo Azpeitia que San Sebastián ni Barcelona que Girona – y así hasta lo unipersonal). Sin embargo, esto no es en absoluto relevante para lo que de verdad nos afecta. Es la nación política la que nos confiere derechos y obligaciones y la que es marco de convivencia. Es la nación política la que nos convierte en ciudadanos y la nuestra y realmente existente es España. Los independentistas de aquí o de allá podrán intentar cambiar nuestra Constitución para tratar de cambiar esta realidad... pero a día de hoy es lo que tenemos. Y no existe el derecho a la secesión para ser un Estado propio que ellos reclaman.

Borrell debería no solo saber sino sobre todo explicar estas cosas cuando tiene la menor oportunidad para ello. Al fin y al cabo, no todos podemos ser ministro de Exteriores de un país amenazada por el rupturismo retrógrado

nacionalista. Los miembros de Plataforma Ahora decimos estas cosas a la menor oportunidad y siempre gratis. No estaría mal que nuestro ministro también lo hiciera, ya que además le pagan.