Moción de censura

¡Que se jodan!

¡Que se jodan!
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Es posible que esta expresión haya sido utilizada por alguno de los principales dirigentes del PSOE durante los últimos días, una vez que, sorprendente e inesperadamente, Pedro Sánchez ha sido elegido nada menos que presidente del Gobierno de España tras la correspondiente aprobación de la moción de censura, apoyada por la práctica totalidad del arco parlamentario.

Más allá de teorías conspiratorias y llamadas a la resistencia victimista (todas las resistencias tienen un punto de victimismo, pues en política se trata de ganar, no de resistir), creo que el PSOE, como efectivamente ha repetido todos estos días pasados, no llegó a ningún tipo de acuerdo oscuro ni con Podemos, ni con los golpistas catalanes ni mucho menos con Bildu. Ocurrió que todos esos grupos políticos consideraron que, para sus propios objetivos políticos, era mejor apoyar la moción de censura que abstenerse o rechazarla, lo cual no implica ni que haya existido un acuerdo previo ni, desde luego, que vayan a lograr aquello que aspiran. Los independentistas la votaron porque creen que les irá mejor con Sánchez. Y es lógico que piensen tal cosa, lo cual, por cierto, volverá a demostrar que en España hace falta una izquierda no nacionalista.

Sí creo que el PSOE prometió al PNV mantener las prebendas incorporadas en su pacto presupuestario con el PP, a pesar de que tal cosa no dependía exclusivamente de ellos. Y esto hizo que el PNV terminara de decidirse, junto con el anuncio de Ciudadanos de romper definitivamente con el gobierno: si el PP iba a estar a partir de ese momento más solo que la una, ¿qué sentido tenía para el PNV seguir apoyándolo? Curiosamente, Ciudadanos, al ser tan tajante en relación a su ruptura con Rajoy (y no les quedaba otra), animó y casi obligó al resto a apoyar la moción. El problema es que después se quedaron solos protegiendo a Rajoy, y ni siquiera optaron por abstenerse. Por otro lado, comprendo que haya quien insista en pedir al PSOE elecciones generales pero tal ejercicio solo puede llevarnos a la melancolía.

Podemos pidió a Sánchez entrar en su gobierno: debían de pensar que el PSOE nació ayer y, obviamente, no les hicieron el menor caso. Y ahora los amenazan con un calvario parlamentario, cosa que poco les importa a los socialistas: de aquí a cuando convoquen las elecciones, tratarán de aprobar una serie de medidas populares, incluidas determinadas medidas para revertir leyes aprobadas por el PP. Si tienen apoyo, bien; si no, casi mejor para ellos: en ese caso, convocarán elecciones para lograr “una mayoría amplia de izquierdas”. Y Ciudadanos, además de anunciar que “o dimite Rajoy o apoyaremos la moción de censura”, exigió después un socialista de prestigio al frente del gobierno y convocatoria inmediata de elecciones generales. Pues ni una cosa ni la otra. Se quedó solo apoyando al PP, ubicándose de ese modo definitivamente en el centro derecha.

Por lo demás, los principales problemas que afectan a los ciudadanos siguen vigentes. Celebro la incorporación de mujeres y de personas con acreditada experiencia profesional en el gabinete Sánchez, pero conviene recordarle que no son las palabras ni el marketing político o la propaganda lo importante en política, sino los hechos concretos que resuelven problemas. Y el gobierno socialista ha empezado mal en relación a su relación con los golpistas catalanes, cosa, por otro lado, más que esperable: porque yo sí creo que hay que reformar la CE, pero no para contentar a los nacionalistas que quieren romper España sino para modernizar el país, suprimir privilegios, reformar la ley electoral, despolitizar la Justicia o defender más igualdad y más bienestar para todos.

Además, conviene recordar los grandes retos a los que se enfrenta España, tales como la lucha contra la precariedad laboral, la creación de empleo estable, digno y de calidad, la lucha contra la corrupción política, la regeneración democrática, el fortalecimiento del sistema público de pensiones, el indispensable pacto educativo, el apoyo a la ciencia o la integración europea, además de las reformas constitucionales arriba señaladas.

Y es que el objetivo no puede ser la propaganda o el simple marketing político para tratar de ganar las próximas elecciones generales... sino mejorar de verdad la vida de los españoles.