A solas con Leonardo Da Vinci

En un artículo sobre tener ó no tener suerte publicado recientemente, mencionaban que depende mucho de la manera de ser y de pensar para tener suerte ó no.

Yo no sé del todo como soy y si mis pensamientos son acertados ó son lo contrario, pero me considero una persona con mucha suerte por tener ocasiones únicas e irrepetibles como la que he vivido hace unos días.

Acudí a una visita ofrecida a la prensa extranjera al Instituto Central para la Restauración y la Conservación del Patrimonio de Archivo y Librería de Roma, el aprender cómo le devuelven la vida a los libros y documentos antiguos y de gran valor, me pareció muy interesante. Tuve la ocasión de ver paso por paso el proceso de recuperación del Código Armeno, que en el 2014 se descubrió casualmente, en un baúl del museo de los Capuchinos en Reggio Emilia. Un volumen de inmenso valor del siglo XV que estaba en pésimas condiciones. Una pieza importantísima.

Otra de las piezas de gran valor que se encuentra en plena restauración, es un libro casi destruido procedente del Kurdistán. Este libro, lo tuvieron escondido los curas Dominicanos de la furia del Isis, cuando entraron en la ciudad de Qaraqosh. Otro de los libros del que sería imposible calcular su valor es “La Guía de los Perplejos” de Mosè Maimonide del siglo XIV, considerado el más importante y la más universal de sus obras. En este Instituto también le están devolviendo la vida.

Los más expertos en restauración de Italia mostraron sus técnicas, sus pinceles y sus microscopios, pero lo que jamás imaginé es que al final de la visita tuvieran guardada la gran sorpresa: mostrar el autorretrato de Leonardo Da Vinci, sin cristales, sin alarmas, justo allí delante, en una simple mesa de trabajo.

Tal y como se puede observar en el video de este post, en medio de una pila de carpetas y con un cuidado exquisito, una de las obras más observadas de Leonardo Da Vinci, el autorretrato, lo extrajo Anna di Pietro, restauradora del Instituto y Vice Directora de la Escuela de Alta Formación en el sector restauración, y comentó que es parte de la colección de 13 dibujos de Da Vinci, perteneciente a la Biblioteca Real de Turín, que están aquí para investigaciones científico-diagnósticas, porque Leonardo ha sido muy estudiado en todas sus dimensiones artísticas, pero muy poco en cuanto se refiere a los materiales.

Esta colección pasó por las manos de muchísimos propietarios, hasta que fue adquirida por el rey Carlos Alberto de Saboya hacia fines de 1800. Finalmente, fue agrupada y volvió a Italia. Perteneció a Francesco Melsi, el alumno preferido de Leonardo, que custodió los dibujos después de su muerte. Poco a poco se fueron dispersando, hasta que fueron recompuestos en varias colecciones, la última de las cuales llegó a Carlos Alberto quien la conservó en Turín.

“Llegaron aquí hace dos meses. Algunas de estas obras viajan a China porque van a una exposición en Nanking, después harán otra parada y volverán aquí para continuar con nuestros estudios, porque apenas los hemos comenzado. Mientras, las otras obras se quedan aquí hasta que concluyan nuestras investigaciones”. También explicó la señora Di Pietro – “el Código sobre el vuelo de los pájaros, que es importantísimo y muy conocido, se queda aquí sometido a nuestras investigaciones diagnósticas”.

Los micro organismos, ya sean los hongos ó las bacterias que se nutren de material muerto, se están comiendo la cara de Leonardo.

En una de las paredes del Instituto, hay colgado un artículo publicado en un diario italiano antiguo, con un titular precioso: “Para los libros enfermos, existe un hospital”