La rápida y decisiva intervención de agentes de la Policía Nacional en Las Palmas de Gran Canaria evitó una tragedia la madrugada del 2 de abril, cuando lograron salvar la vida de un bebé de dos años que se encontraba inconsciente, con convulsiones y signos de cianosis en la zona peatonal del Parque Santa Catalina.

Los hechos ocurrieron cuando una madre, presa del pánico y con su hijo en brazos, se acercó desesperada a los agentes que patrullaban la zona en labores de prevención del delito. Sin dudarlo, uno de los policías tomó al pequeño y comenzó a realizar las primeras maniobras para evaluar su estado. Con precisión y rapidez, revisó sus vías respiratorias para descartar obstrucciones, comprobó sus constantes vitales y trató de estimular una respuesta.

Mientras tanto, su compañero intentaba calmar a la madre y obtener información sobre lo ocurrido. Sin embargo, la comunicación se vio obstaculizada tanto por la barrera idiomática como por el estado de crisis de ansiedad en el que se encontraba la mujer.

Al percatarse de la gravedad de la situación y viendo que el niño no reaccionaba, los agentes tomaron una decisión determinante: trasladarlo de inmediato en su vehículo policial al hospital más cercano, sin esperar la llegada de los servicios sanitarios. Durante el trayecto, que duró apenas dos minutos hasta el Hospital Perpetuo Socorro, el agente que sostenía al bebé en posición de seguridad monitorizaba en todo momento su pulso y constantes vitales.

Al llegar al hospital, los policías irrumpieron a la carrera en el área de urgencias, entregando al pequeño al equipo médico, que de inmediato se hizo cargo de la situación. La madre, visiblemente afectada, también tuvo que ser atendida debido a una crisis de ansiedad, que remitió poco después, cuando el pediatra de urgencias salió a informar que su hijo se encontraba estabilizado y fuera de peligro.

El menor fue posteriormente derivado al Hospital Materno Infantil para continuar bajo observación. La determinación y la rápida actuación de los agentes fueron clave para evitar un desenlace trágico en una madrugada que, por momentos, parecía teñirse de desesperanza.