Otoño

Diez rincones únicos de Gran Canaria que merece la pena descubrir este otoño

Con menos turistas, la isla muestra estos meses su versión más tranquila y auténtica

Gran Canaria
Diez rincones únicos de Gran Canaria que merece la pena descubrir este otoñoCabildo de Gran Canaria

Se suele decir que el otoño es ideal para escapadas. Y en este escenario entra Gran Canaria, una isla donde no necesitas abrigos, gorros, bufandas, ni nada por el estilo, sino que te ofrece días y cielos que invitan a salir cuando quieras. Mientras en la Península ya llueve, sobre todo en el norte, este territorio en medio del océano permite paseos y baños en la playa a cualquier hora. Por eso, en este artículo se muestran los lugares claves que debes visitar si decides llegar a la isla este otoño.

Agaete y sus charcos naturales

Primera parada en la costa noroeste con una lección rápida. El agua fluye entre muros de lava, generando jacuzzis naturales y renovando el espíritu. Entre baños, un paseo por el puerto; marisco fresco y trata de hablar con algún pescador que siempre tiene una historia que contar sobre cómo se ha desarrollado el municipio en los últimos años. Además, si desides pasar por Agaete comprenderás por qué aquí hay café y frutas tropicales en abundancia.

Barranco de las Vacas, un cañón perfecto para fotos

Un desvío corto y surge un corredor de piedra. La luz se filtra y transforma tu móvil en una cámara top. Es recomendable ir temprano, caminar por el sendero y no tocar nada. Se observa, pero no se toca y menos se roba. La recompensa es un recuerdo único en un lugar que bien parece estar en el Gran Cañon del Colorado.

Los Tilos de Moya

En el norte de la isla te espera un bosque denso, con helechos, pinos llenos de musgo y un silencio que bien vale la ruta hasta llegar allí. El sendero es fácil y corto, perfecto para familias o quien busca un descanso natural. En otoño los colores se intensifican, huele a tierra fresca y el tiempo se hace más lento. Volverás sintiendo que viajaste sin salir de la isla.

Roque Nublo, emblema pétreo

El símbolo de Gran Canaria más levanta en el núcleo insular cual obra volcánica pretérita. El ascenso no es difícil, el paisaje se abre paso a cada curva y arriba todo encaja, bocadillo, un buen palique -como se dice en Canarias- y horizonte que alcanza otras islas en días donde las nubes lo permiten. Los antiguos pobladores lo consideraban lugar sagrado, hoy, sigue imponiendo respeto aunque uno llegue con zapatillas y una botella de agua.

Mogán

No son pocos los que consideran este municipio como la Venecia de España, y es que las casa blancas, con buganvillas y callejones que desembocan en el muelle bien merece, por lo menos, un guiño a la ciudad italiana. El plan es fácil y funciona siempre. Paseo, helado y, si el cuerpo lo pide, baño final. En estos meses las terrazas tienen sitio y el calor no agobia, así que la sobremesa se convierte en deporte insular.

Caldera de Bandama

Un mirador explica la geología sin necesidad de manual, pared circular, fondo verde y sendero que invita a rodear el borde. Quien baja al cráter encuentra lagares antiguos y historias de cultivo adaptado a una tierra volcánica. Toca guardar energía para la subida, piernas atentas y agua en la mochila, recompensa asegurada al llegar arriba.

Dunas de Maspalomas

Olas de arena mudando tras cada soplo y el océano al fondo dando melodía. Es un sitio delicado y custodiado, así el goce exige respeto y usar las sendas señaladas para preservar el entorno. El atardecer convierte las lomas en un teatro de luces, show gratuito con asiento en primera fila desde el mirador.

Pico de las Nieves: atalaya para amantes del firmamento

Techo de Gran Canaria y ventana abierta a todos los barrancos que custodian la isla. Subir en coche tiene premio doble, puesta de sol que pinta las cumbres y, de noche, un cielo que invita a identificar constelaciones con ayuda del móvil. Chaqueta ligera, termo con algo caliente y ganas de quedarse un rato más aunque el reloj insista en que es hora de irse.

Teror y sus rincones

En Teror, sus calles adoquinadas, balcones llenos de flores y postres invitan a quedarse. Muy cerca, Arucas se enorgullece de su iglesia neogótica, hecha con piedra de la zona, y un centro histórico ideal para perderse. Estos dos pueblos son una pausa perfecta entre tanta naturaleza, donde la historia y el día a día se mezclan con tranquilidad.

Risco Caído: calendario de luz que mira al cielo

En Artenara, el conjunto arqueológico declarado Patrimonio Mundial conserva cuevas donde el sol entra en momentos señalados y marca ciclos agrícolas. La visita con guía ayuda a entender cómo una comunidad leyó el firmamento para organizar la tierra. Respeto absoluto por el lugar, reserva previa y curiosidad preparada para salir con la cabeza llena de preguntas.