Carretera
España tiene el tramo de carretera más inspirador de Europa: tiene un mensaje oculto
Miles de conductores mueven su cabeza cada día para ver que les deparará ese día la autopista
Desde lo alto de una colina en La Orotava, con vistas privilegiadas a la autopista del norte de Tenerife, un mensaje silencioso se renueva tres veces al mes. No hay firma, no hay rostro, solo palabras de metal que emergen entre la vegetación como susurros al paso veloz de los coches. Así es el proyecto de Anóniman, una figura envuelta en misterio que desde 2007 convierte frases breves en detonantes de reflexión, ternura o asombro.
Sus carteles, instalados con meticulosa discreción, han acompañado el paisaje y el pensamiento de quienes transitan la autopista TF-5. Algunos textos invitan a la introspección; otros, más juguetones, dibujan sonrisas. Todos, sin excepción, consiguen que por un instante el conductor deje de mirar hacia adelante y mire hacia dentro.
“No hay un estilo fijo, hay de todo”, dice el propio Anóniman, quien tras más de una década de actividad mantiene intacto su anonimato. Nadie revela su nombre. Ni los vecinos de la zona que lo ven pasar como uno más. La complicidad del silencio colectivo forma parte del encanto de este fenómeno. “El anonimato es parte de la magia”, confesó el autor en una entrevista.
La idea surgió de forma casi espontánea: una conversación entre amigos, el humo de un cigarro y una colina como escenario. “¿Y por qué no?”, se preguntaron. La respuesta fue inmediata: el fin de semana siguiente, una primera frase colgaba ya sobre la ladera, iniciando un diálogo ininterrumpido con miles de lectores anónimos.
Lo que comenzó como una ocurrencia artística se ha transformado en una suerte de oráculo urbano, en el que cada mensaje abre una grieta en la rutina y se instala en la memoria colectiva. Anóniman no pretende más que eso: escribir algo para que alguien, en el momento justo, lo lea y se detenga a pensar.
El proyecto, concebido sin más ambición que la de regalar un instante de reflexión, nunca ha tenido fines comerciales. Sin embargo, su eco ha trascendido las fronteras insulares. Medios nacionales se han hecho eco del fenómeno y, en el universo digital, los mensajes de Anóniman se han viralizado miles de veces, replicándose como mantras modernos entre usuarios que encuentran en ellos un respiro.
Y aunque el reconocimiento ha ido creciendo con el paso de los años, él ha sido inflexible ante cualquier tentación de comercializar su obra. “No se trata de ganar dinero”, ha repetido en más de una ocasión, como un mantra propio. Ha rechazado propuestas de monetización, colaboraciones publicitarias y campañas institucionales que querían apropiarse de su cartel.
Algunos políticos han intentado replicar la iniciativa en otras ciudades, conscientes del poder simbólico de unas pocas palabras bien ubicadas. Pero el original, como el Teide o el drago milenario, sigue firmemente anclado en Tenerife. En esa ladera discreta que ya es parte del alma de la isla.
La historia de Anóniman y su cartel es una prueba luminosa de que los pequeños gestos, cuando son auténticos, pueden dejar una huella profunda. En un mundo saturado de ruido, bastan unas pocas palabras para abrir un resquicio de silencio y conciencia. Mientras los conductores prosiguen su camino, absortos en la prisa cotidiana, una frase solitaria, suspendida en la ladera, les susurra que lo esencial no siempre está en el destino, sino en aquello -invisible pero revelador- que se descubre durante el viaje.