Playas

La isla volcánica que cambia con cada marea y enamora a surfistas y windsurfistas

Este lugar en medio del Atlántico ofrece un catálogo de spots para exprimir cada rincón isleño

Fuerteventura
La isla volcánica que cambia con cada marea y enamora a surfistas y windsurfistas por igualMarca Canaria

Mareas que reconfiguran la costa, temperaturas suaves durante todo el año y un alisio que sopla con fuerza vuelven a colocar a Fuerteventura en el mapa mundial del windsurf. Desde los fondos turquesa de Sotavento hasta las rompientes más técnicas del oeste, la isla ofrece un catálogo de spots para iniciarse, progresar o exprimir cada ráfaga del Atlántico.

Un litoral qu ese transforma y un viento que manda

Hablar de Fuerteventura es hablar de un terreno de juego cambiante. Con cada ciclo de marea, las playas modifican su fisonomía y abren nuevas posibilidades a los navegantes. El termómetro apenas se inmuta y el Atlántico, siempre presente, marca el ritmo de una temporada larga que los locales saben leer. Primavera y verano traen vientos más constantes; otoño e invierno, jornadas templadas para afinar técnica.

El este de la isla concentra buena parte de los arenales más accesibles para sortear olas. Aun así, el norte guarda calas donde el windsurf y el surf conviven sin sin problema, especialmente en las zonas de Corralejo y El Cotillo, con presencia habitual de deportistas de todos los niveles. Al oeste, la película cambia. Costa abrupta, mar más bravo y picos exigentes reservados a los veteranos, con nombres propios como la playa del Águila.

De Corralejo a El Cotillo

Quien tenga experiencia encontrará en el litoral norte un carrusel de puntos para deslizarse. Bristol, La Caleta, Majanicho, Hierro o Playa Blanca figuran en la libreta de los que persiguen viento y ola. El acceso no es un capricho urbano, una pista sin asfaltar une Corralejo y El Cotillo y bordea pequeños núcleos, playas con cantos blanqueados -las célebres “palomitas” de mar- y miradores naturales hacia Lanzarote y la Isla de Lobos.

Antes de alcanzar El Cotillo, la playa de Los Charcos se cuela en cualquier itinerario. Allí, cuando el mar sube de forma puntual, se forman lagunas de agua quieta que funcionan como gimnasio al aire libre, perfectas para dar las primeras rachas sobre la tabla o, simplemente, para darse un baño frente al faro del Tostón.

Corralejo: puerta de entrada y parque natural como telón

El antiguo puerto pesquero de Corralejo se ha convertido en un aula a pie de playa para bautizarse en el surf y el windsurf. En Corralejo Viejo operan escuelas que imparten cursos de iniciación y perfeccionamiento con clases de 1,5 a 3 horas y precios orientativos entre 45 y 70 euros. Lo habitual: material incluido, cobertura de seguro, una parte teórica en la arena y práctica en el agua. Muy cerca, el Parque Natural de las Dunas de Corralejo funde desierto y océano y da paso a spots más técnicos -La Entubadera, Punta Prieta o El Burro- donde los navegantes con recorrido encuentran viento limpio y olas con personalidad. En el horizonte, la isla de Lobos suma otra postal: en la playa de La Concha es frecuente ver velas recortando el azul.

Costa Calma y Sotavento: el laboratorio de la laguna

El centro de la isla distribuye los esfuerzos entre Puerto Lajas y Caleta de Fuste, dos lugares compartidos por surfistas y windsurfistas. Pero es en la costa oriental de Jandía donde se concentra la mayor actividad. Costa Calma y, en particular, la playa de Sotavento -un sistema de cinco arenales: Risco del Paso, Los Canarios, La Barca, Malnombre y Mirador- ofrecen escenarios para todos los niveles.

La singularidad llega con el calendario lunar. Durante los periodos de luna llena y nueva, la marea alta dibuja durante ocho días una laguna interior de hasta cuatro kilómetros de largo por unos 200 metros de ancho y alrededor de un metro de profundidad. El resultado es un espejo turquesa, de agua templada, protegido por una lengua de arena que oficia de pasarela y rompeolas natural. Allí se multiplican los bautismos de windsurf y el kitesurf encuentra un estadio casi perfecto para entrenar maniobras.

Escuela, cultura de playa y un campeonato que marca el vernao

A pocos pasos de esa franja de arena y rodeado de palmeras, el centro René Egli (integrado en el hotel INNSiDE by Meliá) opera desde hace más de tres décadas y se presenta como una de las mayores escuelas del mundo en kitesurf y windsurf. Imparten clases tanto en mar abierto como dentro de la laguna, para la que disponen de licencia específica. Al margen de los cursos, Sotavento late con chiringuitos y zonas de sombra que permiten descansar entre sesiones. Cada verano, la playa vibra con el Campeonato Mundial de Windsurf y Kiteboard, cita que fija en el calendario a profesionales y aficionados.

Para expertos: la ruta del sur y la vertiente salvaje

Hacia el extremo meridional de Fuerteventura, un camino de tierra conduce a Punta del Tigre, territorio de veteranos que buscan condiciones más serias. En frente, El Puertito de la Cruz y el faro de Jandía anuncian el fin de la isla. Si el plan es cambiar de registro, la carretera -estrecha y colgada a la montaña- baja hasta Cofete, en la costa oeste. Allí, la magnitud del paisaje impone otra cadencia: no es un spot para debutar ni para contar rachas, sino para entender por qué Fuerteventura es geología en directo y silencio habitado.