Turismo
Los hosteleros se debaten entre abrir o esperar: “ya veremos si subimos la persiana en julio”
El fuerte impacto de la crisis en el sector hace que muchos prefieran esperar hasta la fase 2 o 3 antes que prepararlo todo para “un par de mesas”
Unos de los sectores más sacudidos por la crisis derivada de la pandemia de la Covid-19 han sido el hostelero y el hotelero. Obligados a cerrar en marzo y con la persiana aún bajada en la mayor parte de Castilla y León, se debaten entre abrir con el pase a la fase 1 de la desescalada o permanecer cerrados.
Las posturas son muy diversas. En Valladolid el propietario del bar El Monasterio, Gustavo, con una gran terraza, está decidido a comenzar ya la actividad. Ha aprovechado este tiempo para poner a punto el local con algunas obras “de futuro”, porque está “convencido" de que "vamos a salir adelante” y tiene ya preparadas 16 mesas, la mitad de las que pone habitualmente, explica a LA RAZÓN.
“Puede que el verano sea duro pero poco a poco iremos retomando la vida normal”, señala y, aunque prevé que “va a haber repercusión en la facturacion”, dice que ajustará los gastos para que “empiece esto a rodar”. Además, su idea es recuperar a toda la plantilla “porque todas las medidas de higiene, protección y desinfección necesitan de personal”.
“Si tenemos que esperar a que los políticos nos saquen de esta vamos apañados. No sirve de nada quedarse en casa esperando a cobrar el ERTE, hay que moverse”, asevera.
No tan optimista es el propietario del restaurante “Las Rosas de Guadalupe”, también en la capital vallisoletana, quien asegura que para ellos “no es viable abrir en estas condiciones” por lo que esperará hasta el 30 de junio y luego “probablemente” darán un mes de vacaciones al personal. “En julio veremos”, apunta al tiempo que reflexiona que, con las medidas establecidas, “en vez de un lugar de dar comida y pasar un buen rato con familia o amigos vamos a parecer un hospital”.
Mejor ve la situación Antonio, dueño de los establecimientos Los Zagales, La Mejillonera y Wabi-Sabi de la ciudad del Pisuerga. Con unos locales tan variados como su clientela, va a aguantar hasta llegar a la fase 2, en junio, para volver a abrir porque considera “necesario que haya mayor seguridad sanitaria".
Reconoce que al principio hubo un “gran desconocimiento” en cuanto a las normas y leyes a aplicar y que la facturación ha sido nula en estos meses, por lo que ha tenido a todo el personal en ERTE. Ahora, se prepara para pedir la ampliación de la superficie de terraza y disminuir el aforo quitando algunas mesas para mantener mejor la distancia de seguridad.
“Los clientes tienen ganas de apertura”, afirma, al tiempo que considera que uno de los primeros en recuperarse, según sus previsiones, será La Mejillonera, con un público muy local, mientras que Los Zagales, más enfocado en el turista de fin de semana, y el Wabi-Sabi, con más actividad viernes y sábados serán los que más tarden en volver al volumen de trabajo que tenían antes de la pandemia.
“Hemos trasladado a la concejala de Cultura y Turismo, Ana Redondo, la necesidad de publicitar los establecimientos para atraer a ese público de la ciudad y hemos tenido muy buena respuesta por su parte. Además, algunos de los responsables de los tres negocios harán los cursos de formación del Ayuntamiento y la Cámara de Comercio para prepararnos para esta nueva situación”, detalla.
Los hoteles, a medio gas
Por su parte Héctor, director del Hotel Juan de Austria de la capital, está hasta arriba con los preparativos para abrir. “Llevamos dos días trabajando y se sumará gente que ha estado en el ERTE”, explica a este diario, al que anuncia que abrirán dos de las ocho plantas.
Asimismo, y dado que la cafetería estará abierta para los desayunos y cenas de los clientes alojados, aprovecharán para abrir su terraza al 50 por ciento de su capacidad, con cuatro mesas, para los vecinos del barrio “que siempre nos han demostrado su confianza y cariño”.
De momento ya tienen reservas para la semana que viene, que ocuparán entre 10 y 15 habitaciones al día. “Son todas para los días de diario, la mayoría por parte de trabajadores”, apunta, al tiempo que reconoce que “los fines de semana serán muy bajos”.
Para la tranquilidad de los huéspedes, habrá gel hidroalcohólico, guantes y mascarillas a su disposición y los baños se desinfectarán seis veces al día, así como se contará con mamparas y alfombras higiénicas.
“Nuestros empleados han hecho también un curso sobre utilización de químicos para desinfectar”, destaca, y afirma que “no hay miedo, pero sí respeto” por parte de los trabajadores, de los que volverán el 20 por ciento, no todos a tiempo completo. “La idea es ir recuperando al personal cuanto antes ya que tengo la esperanza de que el límite de aforo en las playas conduzca a algunos turistas al interior y con ello compensar la pérdida de visitantes extranjeros este verano”, concluye.
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