Historia

El congreso comunero llama a hacer una interpretación realista de este movimiento

El catedrático de Historia Moderna de la UAB, Ricardo García Cárcel, clausura este encuentro advirtiendo de la memoria doliente y la fascinación por los perdedores típicas españolas

Intervención del profesor García Cárcel en el Congreso.CCYL21/05/2021
Intervención del profesor García Cárcel en el Congreso.CCYL21/05/2021CCYLCCYL

Quinientos años después del movimiento comunero, su memoria contemporánea siempre ha estado cargada de connotaciones emocionales positivas. Esta es una de las reflexiones que se han puesto encima de la mesa en la última jornada del Congreso Internacional ‘El tiempo de la libertad. Comuneros V Centenario’, que ha acogido las Cortes de Castilla y León desde el pasado miércoles y que ha reunido a más de un centenar de inscritos a las tres sesiones científicas en las que han participado decenas de investigadores de prestigio de ámbito nacional e internacional.

Todas estas intervenciones se han centrado en explicar la historia e historiografía del movimiento comunero, han examinado la propaganda y la cultura escrita de las comunidades, han versado sobre el Derecho y las instituciones jurídicas de la época, y han reflexionado sobre las ideas políticas y sociedad del momento, el primer tercio del siglo XVI.

Entre ellas se encuentra la del profesor de la Universidad de Barcelona Ricardo García Cárcel, que ha pronunciado este viernes la conferencia de clausura del Congreso titulada ‘El sueño comunero y la España que no pudo ser”. En su intervención, el experto ha subrayado la “ambivalencia” de Villalar, escenario de la victoria del emperador y de la derrota de los comuneros, lo que pone el acento en las dos memorias del hecho histórico: la de los ganadores y la de los perdedores.

En relación a la primera, el autor ha analizado las variables que han influido en su debilidad, ya que solo ha tenido dos momentos excepcionales de glosa: la historiografía de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, así como en el Franquismo.

En ese hecho han influido, a su entender, factores como la imagen de un rey emperador sobrevenido o la torpeza en la construcción del relato sobre el Imperio, que “nunca fue bien explicado a la sociedad española”.

Por ello, apostaba por “superar esa tendencia de evocar el qué hubiera pasado”, que calificó como tradicionalmente española por la “memoria doliente, la fascinación por los perdedores, la fracasología, la tentación de la autoflagelación y la ternura por el mito de la felicidad perdida”. De hecho, recordaba que esta circunstancia no se produce solo con los comuneros en Castilla y León, sino que está presente en “la memoria nostálgica y contrafactual de los catalanes con la Guerra de Sucesión, de los aragoneses con Juan de Lanuza, de los andaluces con Al-Andalus o del republicanismo y las lecturas maravillosistas de la II República frente a la realidad histórica de lo que fue”.

También fue crítico el historiador de la UAB al referirse a la reconceptualización del movimiento de los años 60 y 70 por hacer emerger “la modernidad de los comuneros”, presentándolos “no como los héroes de esencias primitivas, sino como reivindicadores de principios propios de la modernidad”.

Es ante estos relatos de “idealización del sueño comunero” con un presentismo “difícilmente admisible” frente a los que García Cárcel propone “el análisis a pie de suelo de las comunidades, de lo que fueron realmente y de su condición pragmática que no tenía gran vuelo y que, sobre todo, buscaba el retorno a una situación muy reciente en aquella época, pero no invocaba escenarios alternativos ni temporalmente alejados”.

Contribución de las ciudades al desarrollo

La jornada de hoy, denominada ‘Ideas políticas y sociedad’ y moderada por el profesor Eduardo Fernández, de la Universidad de León, ha arrancado con la intervención de Martial Staub, de la Universidad de Sheffield, quien bajo el título ‘Más allá de la ideología: burgueses y ciudadanos en las comunidades medievales y modernas tempranas’, ha recordado la contribución de las ciudades al desarrollo de las formas de gobierno y las políticas, lo que permite afirmar que esta cuestión ha conformado las políticas modernas hasta la actualidad.

En la jornada de ayer, el profesor Fernando de Arvizu, de la Universidad de León, ofreció la ponencia ‘Una reflexión política sobre la guerra de las Comunidades y sus consecuencias’ en la que buscó deshacer algunos tópicos sobre la materia, como la afirmación de que, a su llegada a España, Carlos I era joven e inexperto, ya que había recibido una cuidada educación, así como información sobre los reinos que heredaba, y en su deseo de ser emperador del Sacro Imperio exprimió a Castilla y manipuló a las Cortes.

Finalmente, Rafael Ramís, de la Universidad de las Islas Baleares, se centró en la Santa Junta y en la Ley Perpetua de Ávila de 1520, para lo que se refirió a sus antecedentes y a sus consecuencias. La Ley Perpetua, redactada por la Junta de Procuradores de las Comunidades castellanas en una reunión celebrada en la catedral de Ávila en el verano de 1520 y conocida también como los Capítulos comuneros de Tordesillas, ya que fue promulgada en septiembre de 1520 en esta localidad vallisoletana, constituye “un episodio central en las Comunidades y un momento singular en la historia jurídica de la Corona de Castilla”.