Sociedad
El parque eólico Sierra de Dueña de Iberdrola (Salamanca), testigo de una espectacular bola de fuego
El fenómeno se produjo por la entrada en la atmósfera de una roca desprendida de un asteroide
El parque eólico Sierra de Dueña de Iberdrola, enclavado en la dehesa salmantina, fue testigo en la madrugada de este domingo 8 de agosto de una espectacular bola de fuego producida por la entrada en la atmósfera de una roca desprendida de un asteroide.
Esta emblemática instalación renovable que está compuesta por 37 aerogeneradores que suman una potencia de 31,5 megavatios “posa” con el astro, que se inició a 80 kilómetros de altitud sobre la localidad salmantina de Armenteros y acabó desintegrándose a la altura de Crespos (Ávila), y debido a su gran luminosidad, la imagen se pudo apreciar desde distintas zonas del país, a 400 kilómetros de distancia.
Según recordó la compañía, en Castilla y León, Iberdrola ha consolidado en las últimas décadas su condición de “promotor líder renovable” y sus más de 5.100 megavatios instalados convierten a esta región en la comunidad autónoma con más megavatios verdes instalados por la compañía.
Adicionalmente, en la actualidad, la compañía mantiene en construcción y tramitación más de 2.400 megavatios renovables en la región en proyectos eólicos y fotovoltaicos para los que destinará inversiones de unos 2.000 millones de euros.
¿Qué es una bola de fuego?
Una bola de fuego son los meteoros más luminosos, que superan la magnitud estelar de -4 metros llegando hasta los 22 metros-. Los meteoros se forman cuando un meteoroide que se encuentra en el espacio entra en la atmósfera terrestre y, por efecto de la fricción, se quema en las capas altas de la atmósfera.
El meteoro se origina en la atmósfera superior de la Tierra a altitudes de 85 a 115 kilómetros, producida por el ingreso en la tierra de un meteoroide a alta velocidad. Se estima que unos 100 millones de meteoros pueden ser observados a simple vista en todo el planeta a lo largo de 24 horas. Un típico meteoro de magnitud +2 es producido por un meteoroide de ocho milímetros de diámetro. Ocasionalmente, la llegada de un meteoroide más grande de lo habitual produce una bola de fuego extremadamente brillante.
El fenómeno de los meteoros puede originarse por: partículas que comparten una misma órbita alrededor del Sol, que producen una «lluvia de meteoros»; o, por partículas solitarias y de carácter aleatorio, que dan origen a «meteoros esporádicos».
La aparición de meteoros es un hecho muy frecuente y generalmente se ven a simple vista, con excepción de los llamados meteoros telescopicos que necesitan de al menos unos binoculares para su observación. En una noche oscura y despejada se pueden detectar sin ayuda de instrumentos hasta 10 meteoros por hora, pero a intervalos irregulares (pueden pasar diez o veinte minutos sin que observe ninguno); sin embargo, en las épocas denominadas de lluvia de estrellas se llegan a observar de 10 a 60 por hora (uno cada minuto). La contaminación lumínica hace que en las ciudades sea muy difícil disfrutar de este tipo de observaciones. También la presencia de la luna, sobre todo, en su fase llena, impide la observación de los meteoros.
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