Sociedad

Ernesto Monsalve pregona la Semana Santa de la Cofradía de Jesús Nazareno de Valladolid

El reconocido director de orquesta ofrece un discurso bajo el título “Un Peregrinaje Musical”

Ernesto Monsalve pregona la Semana Santa de Jesús Nazareno de Valladolid
Ernesto Monsalve pregona la Semana Santa de Jesús Nazareno de ValladolidLa Razón

Visiblemente emocionado y con mucho “orgullo y satisfacción” el reconocido director de orquesta vallisoletano Ernesto Monsalve dio el pistoletazo de salida a la Semana Santa de la Cofradía de Jesús Nazareno de Valladolid. Con la música, como no podía ser de otra manera, como hilo conductor, y ante una repleta Iglesia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Monsalve inició su mensaje, bajo el título “Un Peregrinaje Musical”, teniendo un recuerdo para Soledad Arribas, abuela de la familia Sánchez-Caldevilla “y la primera mujer pregonera que impostó sobre estas tablas su voz, hace exactamente 20 años”.

Al respecto, señaló que “coincidimos Soledad y yo en que la Mujer es imprescindible en nuestra fe. Sin embargo, para mí esta noche está representada por otras dos figuras: la Virgen de la Soledad y Sacro Monte Calvario, de 1706, y Carmen Álvarez, que es un poco más reciente… La Virgen y mi madre, por tanto, que no sé si son lo mismo. Y aunque los hijos de las dos parece que acapararán ahora más miradas, nunca debemos olvidar que ambos existen por ellas. La vida de sendas madres es, desde luego, un continuo peregrinaje digno de nuestra admiración…”.

El director de la Joven Orquesta de Valladolid (JOSVA) también indicó que “es especial este pregón, porque quien lo pronuncia es el primer nazareno –y por ahora único– cuyos dos padres han sido Alcaldes-Presidentes de esta Cofradía Penitencial”.

Asimismo, subrayó que “este acto resulta raro por todo a la vez, pero, además, porque puede ser inequívocamente tildado de pocas veces visto, al coincidir con un dato que creo es poco conocido: la fecha exacta en la que Nuestro Hermano Bernardo Jiménez presentó la detallada Memoria de las obras que concluían este templo y esta sede, y que pregonaba felizmente un 2 de marzo, de hace 325 años, las que se darían en llamar: Demostraciones Festivas, que la muy Ilustre Cofradía de Iesus Nazareno celebró en el mes de Iunio de 1697, a la Traslación del Mesmo Santuario, al nuevo Templo, que fabricaron sus devotos y celosos Cofrades”.

Ernesto Monsalve continúo su pregón recordando sus vivencias en la hermandad. “Buceando en mi memoria me resulta irónico –y es también peregrino– que uno de mis primeros recuerdos sobre mi vinculación a esta hermandad, sea precisamente sobre el Convento de San Agustín que hace tres siglos y cuarto nos regocijábamos de haber abandonado. Por él pasábamos frecuentemente mis padres, mi hermano Carlos y yo, en un Clio amarillo de finales de los ochenta, para ir hacia la carretera de Fuensaldaña. Siempre que lo hacíamos, visionábamos esas ruinas que, casi de manera rutinaria, mi madre o mi padre describían con este comentario: “¡ahí estuvo la Cofradía!” “¡Pues qué cutre!” –contestaba alguna vez mi hermano, de menos de 5 años–. Quizás algo parecido pudiera haber escuchado Javier León de la Riva en su propio hogar, porque en 2002, se cumplen ahora 20 años, inauguró la rehabilitación del malogrado templo que hoy es nuestro Archivo Municipal y, en consecuencia, ya no es un monumento en decadencia, sino todo lo contrario”, explicó.

Ernesto Monsalve junto a la figura de Jesús Nazareno
Ernesto Monsalve junto a la figura de Jesús NazarenoLa Razón

“Cuando se hablaba en mi casa de “la Cofradía”, los niños sabíamos perfectamente qué se quería decir… Y es que, pese a que aún no habíamos hecho la Primera Comunión, ya éramos cofrades y salíamos en procesión con los pequeños hábitos que ritualmente nos confeccionaban unas monjas de clausura. A través de un torno, mi madre les entregaba, en Navidad, un rollo de terciopelo morado, junto con unas notas manuscritas con las medidas, que se transformaban por arte de magia en lo que a mí me parecía un uniforme. Por ello, con 6 o 7 años, empezaron a resultarme familiares y comprensibles términos como ‘cíngulo’ o ‘capirote’, que yo hacía míos, descubriendo con sorpresa que eran peregrinos para algunos de mis compañeros del Colegio San José —aquí presente, en imagen de 1731, de Manuel de Ávila—. Pero por encima de todo había algo que me extrañaba: que un término para mí inocente como “puñetas” lo exhalara mi abuelo Ernesto, cuando se enfadaba, y que ello significara al mismo tiempo que mi abuela Carmina pudiera darme un manotazo. Al respecto, recuerdo con particular claridad el día en que inauguraron el restaurante mexicano La Puñeta, a donde llamó mi abuelo para pedir mesa, diciendo “¿Es La Puñeta, con perdón?”, lo que a mí me dejó desconcertado hasta hoy, que sigo sin entender qué tiene que ver México con los remates blancos de nuestro hábito. Esta incapacidad que confieso, se suma a otra en lo tocante a nuestro cíngulo amarillo, con el que siempre me he peleado. Hoy debo agradecer la ayuda que, en medio de la aglomeración que convierte la Cofradía en vestuarios, me prestaban para atármelo Javier Sumillera o, las más de las veces, mi hermano pequeño. ¡Pero que este reconocimiento no eclipse otro acontecimiento…! Pues, si bien es cierto que el dorado de la borla contrasta perfectamente con el púrpura del hábito, aún es más cierto cómo contrastó con él el ojo morado que tuve en 1993, a mis 7 años, durante varios meses. Fue a consecuencia de un inopinado cabezazo que me dio el otro hijo de mis padres, que corría en sentido contrario al mío por el pasillo, sin tino ni concierto. Y aunque mi más inmediato predecesor en este estrado, el también jurista y profesor Alfredo Allúe, coincidirá conmigo definiendo aquella acción como de dolo eventual, debemos abstenernos de condenarla. Aunque sólo sea porque el color que adquirió toda mi cuenca orbitaria me confirmó como fiel devoto de Jesús Nazareno, y me dejó una cicatriz que siempre me recordará que ni puedo ni debo olvidar mi vínculo con esta Cofradía. En consecuencia, podemos aseverar que mi párpado fue mi vanguardia facial nazarena y siguió al pie de la letra las palabras de otro ex pregonero como Ángel María de Pablos, cuando dijo eso de “me cubro con la túnica morada que es sudario de amor y terciopelo…”, añadió.

“Y así enfundado en el hábito de la infancia, llegaban entonces, como volverán el próximo mes, las ocasiones de lucirlo. Las primeras para el niño, claro, son el Domingo de Ramos. La mañana comenzaba para mí con el archiconocido soniquete del “¡GLORIA AL HIJO DE DAVID!”, que resuena por esos altavoces en forma de cono, instalados en varios puntos de la ciudad entre los que se incluyen las ventanas de mi casa… El cántico o cantinela, por tanto, era necesaria banda sonora de aquellas cándidas mañanas mías, mientras nos preparábamos para acompañar –como nazarenos– a la borriquilla. Con apenas cinco, seis o siete primaveras soportábamos contentos varias horas de pie, agitando la palma que, a la hora de comer, ya de vuelta en casa, colocábamos en el balcón en el que esperarían un año a convertirse en la ceniza que hoy nos han impuesto. En no pocas ocasiones, además, recuerdo que el Lunes, el Martes e incluso el Miércoles Santo había que ir al colegio, por lo que el cansancio de la mañana del Domingo de Ramos debíamos reprimirlo estoicamente, y sobrellevar los tres primeros días de la Semana Santa de una forma algo descafeinada, por no poder vivirlos como no-lectivos… Pero los nazarenos siempre hemos tenido una ventaja: ¡que el Jueves Santo es necesariamente festivo nacional! Y así, aunque el Miércoles Santo hubiera que ir a clase, podíamos permitirnos la Procesión del Vía-Crucis, seguros de que la mañana del Jueves no tendríamos que madrugar”, continúo Ernesto Monsalve.

Además, indicó, en referencia a la música que “a mí ya me impresionaban, en los 90, las parcas cornetas y tambores que apenas se movían de registro, y que siempre me parecían sonar igual, incluso cuando interpretaban un rudimentario Himno Nacional despojado de cualquier construcción melódica. Ello no impedía, sin embargo, que los representantes de la Guardia Civil, nuestro Cofrade de Honor, se cuadraran como si de la Banda Real se tratara. Con el tiempo aprendí que, detrás de la simpleza de las cornetas, se escondían razones técnicas: pues este instrumento deviene del posthorn germano del siglo XVIII, que servía para que los carteros advirtieran de su llegada, de la misma manera que ocurre con la flauta de pan del afilador. Y aquel proto-cornetín se extendió por Europa al trasladarse a los campos de batalla, donde se convirtió en el “avisador” que comunicaba las órdenes, por encima del estruendo general de cañones y caballos. Pronto se le agregaron pistones o llaves, que facilitaban los cambios en las notas, sin impedir no obstante el rápido aprendizaje que se requería en el mundo castrense… No olvidemos que tocar un instrumento académico requiere catorce años de carrera, y, por el contrario, la corneta podía aprenderse con un curso de pocas horas, que cualquier cadete pudiera recibir. De esta manera, las cornetas se incorporaron a los regimientos hasta que, en el siglo XX, las operaciones bélicas alcanzaron su cénit y se acompañaron del telégrafo o el teléfono de campaña, desplazando a la corneta de la batalla, pero manteniéndose en los cuarteles, como todos los que hayan escuchado El sitio de Zaragoza bien conocen”.

Ernesto Monsalve pregona la Semana Santa del Jesús Nazareno de Valladolid
Ernesto Monsalve pregona la Semana Santa del Jesús Nazareno de ValladolidLa Razón

Tras sus primeros recuerdos con la música de La Pasión, Monsalve hizo un recorrido de sus principales recuerdos durante las diferentes Semanas Santas, hasta llegar al año 2022, cuya Cuaresma “abre mi pregón, conmemoramos el Centenario de la primera ya Gran Procesión General, reordenada por Gandásegui en 1922 y de la que beben las sucesivas. Sin embargo, esta celebración no debe ser muy fastuosa, porque las circunstancias de entonces malograron los deseos arzobispales, al sobrevenir la cancelación. No lo hizo la Pandemia de Gripe Española, por cierto, pues ya se daba por concluida, aunque el virus continuara; sino la lluvia, que también ha sido inclemente con nuestros desfiles… Constantemente vuelven a mi mente todas esas aciagas ocasiones en que los cofrades esperamos impacientes los informes de la AEMET o del Aeropuerto de Villanubla, porque los nazarenos somos precavidos; y a veces decidimos salir, porque los nazarenos somos valientes; y muchas otras tenemos que regresar rápidamente, al romper a llover, porque los nazarenos somos hidalgos de nuestro patrimonio y deber… ¡Pidamos hoy, los nazarenos, clemencia al Cielo! ¡Y que el próximo Abril desmienta al refranero y no haya “aguas mil”, ni tampoco Gripe, ni Covid! Y que las otras diecinueve cofradías vallisoletanas que acompañan a la nuestra, puedan lucirse junto a nosotros, ante los asistentes presididos por el primer alcalde de Valladolid recibido por el Santo Padre en el ejercicio de sus funciones, con ocasión de estas celebraciones. Hablo de Óscar Puente quien, con un tino fundamentado, también supo en su momento hablar de las virtudes que traería para todos un Viernes Santo con una Plaza Mayor catedralizada, a media luz, sobre la que una sobrecogedora selección de música inspirada por y para nuestras tallas se superpusiera entre cantos e instrumentos sinfónicos, de manera, por cierto, nunca excluyente de otras melodías o formaciones. ¡Ojalá lo veamos algún día! Y así concluirá la Semana Santa para los hermanos nazarenos que, sin embargo, se sumarán a los demás fieles de Valladolid y el resto del mundo en la Buena Nueva que se proclamará el próximo Domingo, 17 de abril. La sensacional noticia llenará de Esperanza nuestros templos y hará doblar todas las campanas, contestando lacónicamente a mi tocayo Ernest Hemingway que lo hacen por Jesús Resucitado”.

“Pero antes de todo esto”, señaló Monsalve, “recuérdese que esta Cofradía Penitencial vallisoletana abrirá de nuevo sus puertas, el próximo 4 de marzo, para recibir a los fieles en su Solemne Besapié a Jesús Nazareno”.

La imagen del Besapié al Nazareno de Valladolid
La imagen del Besapié al Nazareno de ValladolidLa Razón

“Esta devota iniciativa fue creada en 1715, pero para mí empezó incluso antes de tener uso de razón, cuando, para poder posar mis labios sobre el pie de la más de tres veces centenaria talla, necesitaba que me cogieran en brazos. Años después, esos brazos dejaron paso al banquetín que nos ofrecían a los chavales, para ayudarnos a alcanzar la peana; hasta que, finalmente, pude llegar por mí mismo a la planta de Cristo, en un ademán que espero pueda restaurarse algún día. Hoy, por supuesto, cumpliendo con las medidas que los hechos y la Autoridad imponen, tal acción volverá a ser sustituida por una genuflexión. Quien no fallará tampoco será nuestro Cardenal-Arzobispo D. Ricardo Blázquez que, merecidamente reconocido in pectore como Hijo Predilecto, oficiará ese mismo día la Misa de la tarde”, añadió.

“Por otra parte, los días 16, 17 y 18 de marzo será el Triduo en Honor al Cristo de la Agonía; y, finalmente, acaecerá el Quinario que honrará a nuestra magna imagen, que ocurrirá del 28 de este mes al 1 de abril, en la misma jornada en que también los nazarenos acompañaremos a otro de nuestros ex pregoneros, el Dr. Javier Burrieza, que, en la Catedral, nos obsequiará con palabras mucho más importantes que estas mías. Para entonces, todo estará ya expedito para el Descenso del Nazareno, que ocurrirá el viernes, 8 de abril de 2022″, concluyó el director de Orquesta.