
Carta pastoral
Argüello, ante la tragedia de Valencia, llama a transformar el dolor en virtud
El arzobispo de Valladolid defiende también como ante la tragedia y la adversidad "se ha despertado un alma común y fraterna, un deseo de compartir y ayudar, un don que no es comercio y un compromiso que no es voto"

La catástrofe que ha sacudido Valencia y Albacete hace ya más de dos semanas, sobre todo por las víctimas que han dejado las inundaciones de la DANA, protagonizan la carta pastoral de este mes de noviembre del arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, conmocionado aún por lo sucedido y por el "desgarro" en personas, en lasfamilias y en todo el tejido económico y social "que no será fácil de recoser".
En su escrito, el religioso de Meneses de Campos hace referencia a todo lo que está sucediendo y se está diciendo de esta tragedia, desde el punto de vista de las causas, las consecuencias, la fuerza de la naturaleza, o el uso que los políticos están haciendo de ella y se pregunta dónde hay que mirar para encontrar una tabla de salvación a lo que ha pasado y quién hace justicia a los muertos.
"¿A quién mirar?, insiste el prelado, para quien ni el Estado ni el Mercado pueden salvarnos, aunque en el último tramo del tiempo moderno se hayan presentado como salvadores que pueden cumplir lo que prometen.
"Ambos, que nos han reducido a consumidores y votantes, nos proponen una salvación, ¡el progreso!, que no basta", advierte Argüello, quien, sin embargo, reivindica como esta tragedia y la adversidad "ha vuelto a despertar un alma común y fraterna, un deseo de compartir y ayudar, un don que no es comercio y un compromiso que no es voto", asegura.
"El Estado y el Mercado necesitan del Don para regenerarse y abandonar toda pretensión mesiánica", continúa el arzobispo, mientras se consuela con la "fraternidad" ejercida en estas semanas por los miles y miles de voluntarios que, en su opinión, es un indicador de la bondad que anida en el alma humana "y una respuesta adecuada a nuestra vulnerabilidad irremediable".
"Sí, podemos gritarlo de nuevo -continúa Argüello-: el corazón humano está bien hecho".
Si bien, advierte igualmente de que en estos días también se ha visto la rapiña y el populismo de la antipolítica y por ello se pregunta nuevamente ¿Quién nos librará de la culpa originaria de la que brotan la codicia y la dominación? ¿Quién nos dará esperanza ante la muerte?
El arzobispo recuerda que en estos días muchos están descubriendo que en la entrega de la vida se descubre el secreto de su significado y que este acontecimiento catastrófico llama a la humildad, a la esperanza y a la paciencia activas.
E invita a toda la sociedad, especialmente a la valenciana y manchega, las más castigadas por esta catástrofe, a transformar el dolor en virtud.
"Debemos hacer posible que las palas y las escobas sean también una llamada a tomar otros instrumentos, como el de la vida asociada, el de la caridad política, o la de no dejar pasar de largo cuantas ocasiones tengamos de cultivar la amistad social y la fraternidad entre nosotros", afirma.
Finalmente, pide seguir rezando por los fallecidos así como mantener la solidaridad con los damnificados el tiempo que haga falta. "Transformemos el dolor, la emoción en virtud", concluye Argüello su carta pastoral.
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