Sociedad
Kilómetros de libertad: El viaje en caravana que seduce a una generación
Cada vez más jóvenes cambian hoteles y vuelos internos por campers de alquiler, atraídos por la promesa de viajar sin ataduras y decidir sobre la marcha cuánto tiempo quedarse en cada lugar
En los últimos años, el ‘caravaning’ o viaje en caravana como forma de explorar el mundo ha seducido a una nueva generación de viajeros que busca libertad, flexibilidad y experiencias auténticas. Entre ellos está Selene, profesora de 33 años de Burgos, que junto a su pareja Javi, agricultor, ha llevado su amor por la carretera hasta las tierras de Anatolia. Pero con un matiz importante: no tienen caravana propia, la alquilan en cada destino. Su último viaje los llevó nada menos que a Turquía, país que recorrieron sobre ruedas tras aterrizar en Estambul.
“Durante el curso vivo entre aulas, pero en verano necesito espacio, horizonte, aire”, cuenta Selene. “Es como apagar una vida y encender otra. No importa tanto el destino, sino el hecho de movernos, de tener esa sensación de libertad total”.
Aunque muchos caravanistas invierten en su propio vehículo, ella y Javi prefieren alquilar campers allá donde van. “Es mucho más práctico para nosotros. No tenemos que cruzar Europa desde España ni preocuparnos por el mantenimiento. Volamos, recogemos la camper y arrancamos. Nos da libertad sin complicaciones”.
Del Bósforo a la Capadocia
El verano pasado decidieron recorrer Turquía en caravana durante unas tres semanas. “Lo hicimos como una especie de ‘O’ por todo el país: de Estambul fuimos a Capadocia, y de ahí bajamos por toda la costa, hasta volver otra vez a Estambul. Estuvimos unos quince días y fue una experiencia increíble”.
Selene recuerda la diversidad del paisaje como uno de los grandes regalos del viaje. “Dormíamos en un valle volcánico, y al día siguiente estábamos en una playa solitaria comiendo pescado fresco. Acampamos junto al mar Egeo, visitamos pueblos de montaña que no salen en ninguna guía, y vimos amanecer entre globos aerostáticos en Capadocia. Turquía es una pasada”.
Al principio, pensó que el alquiler sería caro. “Y sí, de entrada pagas bastante, no te voy a mentir. Pero luego haces cuentas y no sale tan mal: te ahorras hoteles, puedes cocinar dentro, y no necesitas alquilar coche ni coger vuelos internos. Es una forma más inteligente de viajar si lo sabes organizar”.
Lo que más le gustó, dice, fue la libertad de poder parar donde quisieran. “Íbamos con una ruta, claro, pero si un sitio nos encantaba, nos quedábamos un día más. Y no tener que estar pendiente de ‘check-ins’, de hablar con propietarios o de buscar alojamiento… eso no tiene precio. Dormíamos donde nos apetecía. Y en Turquía eso fue muy fácil: había fuentes públicas en todos lados, podías dormir sin problema casi en cualquier parte, y nunca sentimos inseguridad. La gente fue muy hospitalaria. Fue todo muy guay”.
El auge de los viajeros sin casa fija
Como ella, cada vez más personas optan por el ‘caravaning’ como forma de descubrir el mundo. El alquiler de autocaravanas y campers ha crecido de manera exponencial en destinos como Portugal, Islandia, Marruecos y, ahora, Turquía. “Hoy en día hay un montón de plataformas que te lo ponen muy fácil. Puedes alquilar desde campers compactas hasta auténticas casas con ruedas. Y además eliges según el tipo de terreno, la distancia o el número de personas”.
“Es una forma de viajar más consciente”, reflexiona Selene. “Evitas las grandes ciudades si quieres, reduces el gasto en alojamiento y te conectas mucho más con la naturaleza. Te obliga a vivir más despacio, más en el presente”.
De vuelta en Burgos, Selene ya sueña con la próxima escapada. “A mí me fliparía hacer Croacia en autocaravana. Toda la costa es una fantasía. También he visto vídeos de gente recorriendo el norte de Italia, por los lagos y todo eso. Tiene que ser una pasada. Por España también tiene que merecer la pena, pero esos dos destinos me llaman más”.
Todo depende del tiempo, del presupuesto, y de encontrar una camper que encaje con el viaje. “Lo bonito es que no hace falta tenerlo todo. Solo ganas de moverse y un mapa. O ni siquiera eso. A veces el mejor plan es no tener ninguno”.